Alejandra Pamela Saldaña Badillo
De acuerdo con Díaz y Hernández (2000, citado en Camacho, 2014) la evaluación del aprendizaje dentro del ámbito educativo le permite al docente contar con información para diseñar mejoras del proceso de Enseñanza – Aprendizaje. En este mismo sentido, es importante que el estudiante pueda obtener esta información para mejorar sus propios procesos de aprendizaje, y así, no depender únicamente de las estrategias de enseñanza.
Esta modalidad de evaluación se le conoce como autoevaluación, la cual es una estrategia que le permite al estudiante identificar su nivel de logro respecto a los objetivos de aprendizaje. En cierto modo, la autoevaluación se da de manera cotidiana, no obstante, para que sea considerada como una estrategia, es necesario cubrir ciertos requisitos (Fernández, 2011):
Modificación de las creencias y actitudes
La autoevaluación requiere confianza, tanto por parte del estudiante como del profesor respecto a las capacidades de evaluación, reflexión y crecimiento. Asimismo, se requiere una actitud responsable, honesta y positiva al cambio.
Entrenamiento en autoevaluación
Este entrenamiento o capacitación implica considerar diversos aspectos clave, por ejemplo, tener claros los objetivos y definir los criterios de evaluación que permitan establecer un marco común entre todos los estudiantes.
Este método de evaluación, convierte al estudiante en protagonista de su propio aprendizaje, ya que le otorga la autonomía para dirigir su estudio (Camacho, 2014), lo cual se relaciona con un modelo constructivista, por ejemplo, cuando se utiliza como estrategia de evaluación, el uso de portafolios de evidencia, la autoevaluación se contempla desde los aspectos cognitivos que permiten la reflexión del estudiante, pero también como un aspecto motivacional que lo impulsa a mejorar (Díaz y Hernández, 2002, y Pons y Serrano, 2012).
La Autoevaluación
del aprendizaje, clave
para la mejora continua
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