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La diversidad concepto
vs
r e a l i d a d
Selene Domínguez Boer
La psicología, al igual que otras disciplinas, se ha establecido históricamente sobre teorías y modelos explicativos edificados dentro de un marco intelectual formado en Europa Occidental y Norteamérica. Plenamente, quién domina el discurso define el camino a seguir. Es así como “nuestra psicología nació afuera, con una perspectiva occidental de primer mundo y de clases pudientes, y con los prejuicios colonialistas de las ciencias sociales del siglo XIX” (Tenorio, 2006, p.1).
Esto se traduce en el planteamiento de un modelo único del ser humano y su desarrollo. En otras palabras, el ser humano, según lo define la psicología, es un ser humano europeo o estadounidense. Aquellos que caen afuera de tal definición son “diferentes”, incluso anormales, periféricos, definidos por la otredad que los caracteriza por no obedecer las normas de una cultura a la cual ellos son ajenos y extranjeros.
Aunado a esto, el impulso del desarrollo de la psicología como “ciencia” ha sido fundamental desde una perspectiva científica y profesional. Sin embargo, no queda claro por qué dicho desarrollo “implica un cuerpo de conocimientos basado en leyes universales que explican el comportamiento humano y los factores subyacentes más allá de lo observado en el contexto cultural en que se investigan.” (Betancourt, 2015, p.1). Es decir, la psicología pretende que al “ser humano” se le puede entender, a base de “leyes universales” (establecidas por seres anglosajones), fuera de un contexto cultural, cuando la cultura atraviesa al ser humano de tal manera que es verdaderamente inextricable e inentendible fuera de la misma.
En este sentido, entonces, ¿en dónde aparece la diversidad? ¿De qué diversidad se habla en el cuerpo teórico de la psicología? ¿Quiénes definen esta diversidad y, por lo tanto, establecen las normas y aquellos que quedan fuera de ella?
Por el bienestar de nuestra profesión y nuestra sociedad es indispensable que pongamos a prueba cada teoría en la práctica, en nuestra cultura, y no que intentemos que la población mexicana embone en teorías planteadas que son ajenas a nuestras diversas realidades. No se trata de pertenecer a la norma – se trata de reconocer que somos diferentes psicológicamente, sin que esto implique superioridad o inferioridad.
“La diversidad no sólo existe con relación a diversas etnias y géneros, también existe una diversidad de culturas según las clases sociales” (Tenorio, 2006, p.19). En México resulta vital hablar de ellas, ya que éste es quizá el principal factor de diversidad en nuestro país. El poder económico define el marco de acción del individuo – el grado de su libertad, su seguridad, su habilidad de realizarse plenamente como ser humano – y por lo tanto el eje primordial de opresión es el económico.