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Referencias:
- Azaola, E. (2012) La trata de personas en México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 135-145.
- Chairo, L. (2010). Si hay trata no hay persona. El psicoanalítico. Laberintos, entrecruzamientos y magmas, Buenos Aires. Disponible en: http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num23/subjetividad-chairo-si-hay-trata-no-hay-persona.php.
- Covarrubias, I. & Tepichín, P. (2016). Los 43 de Iguala. Entrevista con Sergio González Rodríguez, Metapolítica, 94, 6-12.
- Méndez, E. (2016). Fiscalías estatales contra trata de personas son sólo de nombre, critica titular federal, Periódico La Jornada, Martes 16 de agosto de 2016, 14, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/16/politica/014n1pol
- PFP (2017). ¿Qué tanto conoces de la trata de personas? Blog de la Policía Federal, disponible en: https://www.gob.mx/policiafederal/articulos/que-tanto-conoces-de-la-trata-de-personas.
- PGR (2015). Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas, disponible en: http://www.pgr.gob.mx/Fiscalias/fevimtra/Paginas/default.aspx.
[1] Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas.
[2] Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos.
Y es que dentro del refugio el deber era hablar con sus psicólogas acerca del horror vivido, información que, por cierto, era utilizada para fines legales y de denuncia. Las jóvenes eran forzadas, dentro del marco de la atención psicológica, a hablar de sus captores, a denunciarlos, a reconocerse e identificarse como víctimas de trata, y en ocasiones, a sentir culpa por ello. Por supuesto, esto no corresponde a una labor de atención psicológica, la cuestión aquí es que el psicólogo debe desenmarcarse de las prácticas nocivas y las demandas poco éticas de cualquier institución.
Una de estas jóvenes decía al respecto: “Yo no soy víctima de nadie, si soy víctima es de la PGR, ellos me tienen presa en este refugio”. En el caso particular de esta joven salvadoreña de 17 años, ella afirmaba haber estado como trabajadora sexual voluntariamente cuando la PGR realiza el operativo por el que es llevada al refugio; la psicóloga que la atendía, le insistía en que ella no trabajaba ahí voluntariamente ya que nadie en su sano juicio podría querer ser prostituta, que más bien sufría del Síndrome de Estocolmo, esto por supuesto ligado con los procesos legales que había que cubrir, es decir las psicólogas muchas veces estaban más preocupadas por cumplir con la demanda institucional y que ésta, a su vez, cubriera los números de denuncias y procesos legales que les eran solicitados. Queda claro, por supuesto, que se trata de una serie de errores en la práctica psicológica, en donde no sólo los prejuicios y la propia moral de las psicólogas interfiere en su escucha, pero sobre todo esto obedece a lo que se demanda del psicólogo en espacios que están permeados por discursos de legalidad, obviamente sin consideración de los aspectos más importantes del psiquismo humano.
Múltiples ejemplos podrían retomarse para pensar la responsabilidad que tiene un psicólogo en la atención clínica de casos tan graves como estos. Sin embargo, más allá de ejemplos de mala praxis, pensemos que el psicólogo, desde cualquier modelo teórico que trabaje, y en cualquier espacio en el que esté deberá priorizar la escucha de quienes acuden a él, y no así de las demandas institucionales. En los casos de trata de personas, esta escucha debe permitir la emergencia de la posibilidad de ser nuevamente un sujeto, moverse del lugar de mercancía - objeto de intercambio, hacerse actores de su propia historia; ciertamente, la atención psicológica antes descrita no lo permite, y esto completamente enraizado, como afirmó la titular de la FEVIMTRA Ángela Quiroga en entrevista con la Jornada, en un sistema de justicia que opta por la simulación (Méndez, 2016). De esta manera, la atención psicológica deberá ser siempre desde una posición ética y no técnico-administrativa
Una de estas jóvenes decía al respecto: “Yo no soy víctima de nadie, si soy víctima es de la PGR, ellos me tienen presa en este refugio”.
En el caso particular de esta joven salvadoreña de 17 años, ella afirmaba haber estado como trabajadora sexual voluntariamente cuando la PGR realiza el operativo por el que es llevada al refugio; la psicóloga que la atendía, le insistía en que ella no trabajaba ahí voluntariamente ya que nadie en su sano juicio podría querer ser prostituta, que más bien sufría del Síndrome de Estocolmo, esto por supuesto ligado con los procesos legales que había que cubrir, es decir las psicólogas muchas veces estaban más preocupadas por cumplir con la demanda institucional y que ésta, a su vez, cubriera los números de denuncias y procesos legales que les eran solicitados. Queda claro, por supuesto, que se trata de una serie de errores en la práctica psicológica, en donde no sólo los prejuicios y la propia moral de las psicólogas interfiere en su escucha, pero sobre todo esto obedece a lo que se demanda del psicólogo en espacios que están permeados por discursos de legalidad, obviamente sin consideración de los aspectos más importantes del psiquismo humano.
Múltiples ejemplos podrían retomarse para pensar la responsabilidad que tiene un psicólogo en la atención clínica de casos tan graves como estos. Sin embargo, más allá de ejemplos de mala praxis, pensemos que el psicólogo, desde cualquier modelo teórico que trabaje, y en cualquier espacio en el que esté deberá priorizar la escucha de quienes acuden a él, y no así de las demandas institucionales. En los casos de trata de personas, esta escucha debe permitir la emergencia de la posibilidad de ser nuevamente un sujeto, moverse del lugar de mercancía - objeto de intercambio, hacerse actores de su propia historia; ciertamente, la atención psicológica antes descrita no lo permite, y esto completamente enraizado, como afirmó la titular de la FEVIMTRA Ángela Quiroga en entrevista con la Jornada, en un sistema de justicia que opta por la simulación (Méndez, 2016). De esta manera, la atención psicológica deberá ser siempre desde una posición ética y no técnico-administrativa.