situaciones como ésta, son doblemente violentadas. Ahora, habrá que especificar qué es lo que sucede en materia de atención psicológica dentro de las instituciones gubernamentales que están hechas (al menos en discurso) para apoyar a las víctimas de trata.
Hace algunos años, un grupo de psicoanalistas fuimos invitados a participar de un proyecto de atención a jóvenes menores de edad víctimas del crimen organizado (especialmente de trata de personas). Todas estas jóvenes residían, tras la realización del operativo que las liberó de sus captores, en un refugio de alta seguridad de la PGR. Dentro de este refugio se brinda atención a mujeres menores de edad mexicanas y extranjeras (mayormente centroamericanas) en varios niveles: atención legal, médica, social y psicológica.
Al inicio, la expectativa era brindar un espacio de psicoanálisis para las jóvenes; sin embargo, las condiciones de las chicas no permitían la realización de un psicoanálisis como se realiza de manera regular. Así, la estrategia fue moviéndose de lugar: de inicialmente establecer sesiones regulares dentro de los consultorios (en donde las chicas muchas veces se negaban a hablar), a establecer un dispositivo de escucha y acompañamiento a lo largo de la realización de otras actividades, ya sea sentadas en una banca, caminando, mientras pintaban o dibujaban, así ellas elegían con quién, cuándo, dónde, cómo y de qué hablar. Este cambio de estrategia, sin necesidad de ser apalabrado, comenzó a posibilitar que las jóvenes hablaran, no sólo de los horrores vividos siendo explotadas sexual o laboralmente, sino de sus historias personales, de quiénes son ellas, de sus lugares de origen, de sus gustos, disgustos, lo que disfrutan y lo que desean en sus vidas, es decir, estaban de nuevo empezando a darse lugar como personas, volviendo a construirse tras las vivencias más dolorosas.
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Nude girl with lowered head, Egon Schiele (1918).