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El Pensador 2
Viernes 26 de julio 2019
Por ende, la demanda de piezas, pensiones y/o
residenciales universitarias ha aumentado en la
periferia de la Universidad Católica del Norte (UCN),
específicamente en el sector de Playa Blanca de
Antofagasta. Ante este panorama, muchas familias
han decidido modificar sus viviendas, con la finalidad
de operar como residencial para universitarios. Ahora
bien, todas funcionan sin patentes, no son fiscalizadas
y no existe un registro de pensiones.
“Ante un incidente, no son consideradas como
pensiones, porque son clandestinas. Se registran como
casa - habitación, pero tampoco son identificadas
como ilegales, no hay registro” aclara, Pamela Herrera,
encargada del Departamento de Investigación de
Incendio del Cuerpo de Bomberos de Antofagasta.
¿Quién establece las reglas?
En la ciudad, hay un registro total de 98.805 viviendas,
de las cuales, 4.369 están habitadas por ocho o más
personas. Lo curioso, es que, de la cifra total de
viviendas particulares, existen 1.267 viviendas con seis
o más dormitorios, según el Censo (2017). Cifras que
demuestran la existencia de viviendas que funcionan
como pensiones. Cabe señalar que, la mayoría de las
residenciales ubicadas en el sector universitario de la
ciudad, no fueron censadas como viviendas colectivas.
A diferencia de la primera pensión, Joaquín (23)
tiene un cartel de normas pegado en la habitación
de su residencial. Algunas de las 13 reglas son: no se
permite beber alcohol; si desea bañarse dos veces
en un día, deberá cancelar extra; las visitas sociales
no deben exceder las 1:00 am; cualquier artefacto
eléctrico que genere un gasto extra, deberá cancelarse
adicionalmente; entre otras.
Joaquín, paga una mensualidad de $140.000 pesos, por
los mismos servicios que Sebastián, pero no incluye
comida ni acceso a la cocina. Por consiguiente, debe
comer afuera y en la noche, sólo puede usar un hervidor,
porque se prohíbe cocinar en las habitaciones. “Sería
genial contar al menos con un microondas, porque el
precio está bien” lamenta el estudiante.
Estas viviendas están expuestas a accidentes domésticos
e incluso incendios, debido al material ligero de las
piezas y la cantidad de personas que habitan. En 2006,
una pensión universitaria de características similares,
dejó a dos estudiantes muertos tras un incendio
en Concepción. El origen del fuego fue debido a un
calentador de camas que olvidó apagar un estudiante,
pero según bomberos de la zona, las condiciones
de las conexiones eléctricas eran insuficientes y la
responsabilidad correspondía al dueño, de acuerdo al
medio digital, Fotech.
Por el contrario, en la pensión de Paula (20) y Andrés
(24) ellos junto a sus compañeros, deben establecer
reglas para convivir. Ambos viven en una pensión junto
a siete estudiantes, más el dueño, en una vivienda de 10
piezas de material ligero con 2 baños. “El que encuentra
el baño sucio, lo limpia” dice Andrés. “Prácticamente
yo con mi compañera, las dos únicas mujeres, pedimos
hacer limpieza” corrige, Paula.
Los dos pagan la misma cantidad que Joaquín, porque
llevan más de dos años viviendo allí, pero los estudiantes
nuevos abonan 40 mil pesos más. Reconocen que la
privacidad de las piezas es el principal problema del
lugar en el que habitan. “Una vez, en pleno cierre de
semestre, una chica que vivía aquí trajo a su novio y
tuvieron relaciones. El drama fue que, eran las dos de
la mañana y escuchamos todo”. En el caso de Paula,
explica que siempre debe hablar “bajito” con su pololo.
EXCREMENTO DE PERRO AFUERA DE LA
HABITACION DE UN ESTUDIANTE
Reconocen que el servicio podría mejorar, en especial,
en la higiene de los baños y la cocina, pero admiten que
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