BOLETÍN N°36 DE LA SACRAMENTAL DE SANTA MARTA. LOS MOLARES. 2019 BOLETÍN 36 | Page 13

Santísimo Sacramento y Santa Marta - 2019 13 Cuando Cristo las visita, es el mismo Dios quien se manifiesta, por lo que debemos obviarlo todo y atender a su voz, oír su Palabra es alimento suficiente para el cuerpo y el alma. Cuando el Altísimo se presenta, es nuestra alma la que clama su voz, por la cual puede ser curada y alimentada. Cuando Marta atiende a las palabras de Cristo, su alma se transforma, se abre a Dios y aparta todo lo mundano y material a un lado. Ya solo tiene una misión, acumular en su interior la Palabra. Crecer en amor y espíritu, comprometida a escuchar la voz de Dios y dirigir su vida hacia ella. Comienza así un camino que la llevaría a la gloria de la Santidad. En el término medio está la virtud, así reza el refranero tradicional y en esta ocasión, da con la clave. Hay que encontrar el equilibrio entre Marta y María; debemos de encontrar el tiempo necesario de prepararnos adecuadamente para recibir al Señor, desprendiéndonos de toda distracción para que una vez estemos listos podamos escuchar al Maestro, convertirnos en sus discípulos y encaminarnos a lo que todos estamos llamados, a la Santidad. Como diría San Juan Pablo II a miles de jóvenes en su visita a España en 1982 “La aventura de la santidad, comienza con un a Dios”. José Antonio Alcántara Castillo. Secretario JESÚS CREÓ EL CIELO DE LA EUCARISTÍA Jesús está vivo, está presente y es real. No se trata de una metáfora, es una realidad, a más de dos mil años de que pasara por la tierra hecho hombre, Jesús sigue estando con nosotros de forma corpórea a través de la Eucaristía. Y esa es la razón por la cual le adoramos reverentemente, no adoramos una imagen, o una escultura, por mucho respeto que tengamos a las diferentes representaciones de Nuestro Señor, sólo adoramos al Santísimo Sacramento. Dios mismo se une a nosotros y nos da un adelanto del cielo, “la misa es el cielo en la tierra” decía don Bosco. El Sacramento de la Eucaristía es el más importante, todos los demás tienden hacia él. Dios queriendo expresar esta presencia real y cercana con su pueblo se ha manifestado en diferentes milagros eucarísticos a lo largo de la historia de la Iglesia, en los que el pan y el vino se han convertido en carne o sangre humana o en ambos a la vez. Pero la prueba de amor más grande que Jesús tiene con nosotros es que este milagro se produce cada día, cada vez que un sacerdote celebra una misa. Ellos y sólo ellos pueden obrar el milagro. Ellos y sólo ellos pueden traernos a Jesús cada día en el altar, el mismo Jesús que caminaba por Galilea. Tradicionalmente la Iglesia dedica el jueves, cada jueves, a la Adoración Eucarística; y es el jueves porque el Jueves Santo fue el día que se celebró la Última Cena y en ella