Blablerías N°13 - Enero 2015 | Page 18

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Narraciónón

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l primer cuento que conté en mi vida fue un cuento creado por mí. Desde esa primera vez, contar mis propios cuentos ha sido una cosa habitual. ¿Pero qué me impulsó a ello y por qué lo hago?

*Al principio fue leer. Y después escribir. Pero siempre leer. De hecho sigo siendo sobre todo lector. Pienso que leer y después escribir me ha ayudado a sentir los sutiles hilos de las palabras, las trenzadas voces de los narradores. Me ha hecho caminar con cautela por la senda de las palabras que tantas veces dicen más cosas de las que dicen.

*Contar es también decir. Y no sólo eso, es decirnos. Contar es contarnos. Y a veces me cuesta mucho encontrar las palabras adecuadas para contarme, para decir lo que soy y lo que digo. Lo que hago.

Quizás mi necesidad de encontrar las palabras adecuadas para contarme me empujara, sin yo ser muy consciente de ello, a contar mis propios cuentos. Ya que los propios cuentos, al nacer de las yemas de nuestros dedos, son parte de nosotros.

Hasta aquí todo parece correcto. Pero hay muchas más cuestiones.

1. Primero he de matizar que en todo caso hablo de contar cuentos, no contar anécdotas ni sucesos que nos han pasado. Creo que hay que ser lo suficientemente hábil para extrañar la realidad (nuestra propia realidad) y alejarnos de los hechos de los que partimos para crear una historia. Uno puede escribir un cuento sobre un huevo frito porque a su hijo le cuesta comer huevos fritos, pero el lector no tiene por qué “ver” ese origen; el cuento debe llegar a ser por sí mismo, desgajado, alejado del autor. Pero eso es entrar en materia de creación literaria y tal vez lo dejaremos para otro momento.

2. Veamos qué pasa con los cuentos escritos por mí y luego adaptados a la oralidad:

-Cuando un cuento queda escrito ya no es parte de ti. El cuento empieza a ser por sí mismo y a veces acaba por ser tan diferente de nosotros que nos cuesta reconocerlo. Por eso terminar un cuento es como embarcar y alejarse de una isla. El mar podrá volver a llevarte a esa isla y podrás reconocerla como un sitio cómodo donde habitar, pero también puede suceder que a tu vuelta el lugar sea hostil y lleno de inconvenientes para quedarse. Y esto sucede porque dejaste de ser autor y pasaste a ser lector y, como tal, compartes las zozobras que todos los lectores tienen cuando avistan una isla.

-Cuando adapto un cuento para contar realizo un proceso creativo sobre ese texto en varios niveles. Un primer paso, deconstructivo, pretende desliteralizar el texto para luego, en un segundo paso, reconstruirlo acorde con el nuevo lenguaje en el que pervivirá: el oral. El proceso de oralización me asigna parte de autoría. Me obliga a respetar el texto del autor literario y, además, me obliga a acomodarlo al territorio de lo oral.

Cuando realizo este proceso con mis propios textos tengo que ser capaz de desdoblarme, de verme desde los dos lados del espejo: ser autor literario y ser autor oral. A veces me siento con más libertad para desbrozar cuentos y volver a armarlos y otras veces ese proceso resulta muy doloroso. Y es que con el paso de los años me he dado cuenta de que hay cuentos que he escrito y que nunca podría contar, aunque otros narradores sí los contaran (por ejemplo, el

CONTAR CUENTOS PROPIOS:

dos voces en una

Entre dos aguas por Paco De Lucía