una nueva adaptación del sujeto al medio y definen el proceso de aprendizaje que tal adaptación exige.
En la práctica, la asimilación y la acomodación se pueden equilibrar o no, dependiendo de las
características propias de la relación entre el sujeto u su medio. Si predomina claramente la asimilación
sobre la acomodación, estamos en presencia de un proceso de aprendizaje que se denomina “curva
cerrada”. Cuando el equilibrio efectivamente se da, estamos en presencia de un proceso de
aprendizaje denominado “espiral abierto”. El proceso que asume la forma de curva cerrada implica
que la información nueva que penetra al sistema cognitivo no modifica su estructura original sino que
es asimilada por ésta; en el caso de la espiral abierta sí se produce tal modificación de manera que se
puede considerar que hay una evolución del sistema cognitivo del sujeto: el sujeto recibe la
información, la asimila, dicha información entra en conflicto cognitivo con la estructura pre-existente y
ello obliga al sujeto a acomodar su estructura en función de la nueva información. 10 Representaciones
y realidad Hasta aquí hemos visto el proceso a través del cual aprendemos la realidad como un
proceso que se basa en la construcción de representaciones o modelos de la realidad. En
aproximaciones sucesivas, el individuo se va acercando progresivamente al conocimiento más
acabado de una realidad. Si llega o no a aprehender la verdadera realidad es motivo de enormes
polémicas que han atravesado todo el desarrollo de la teoría del conocimiento. No es nuestro objetivo
deslizarnos en ese campo de la filosofía. Sin embargo, la distancia que hay entre la realidad y las
representaciones que las personas nos hacemos de ella sí es un problema que preocupa a quienes
intentan desentrañar cómo se produce el aprendizaje y qué puede afectarlo. Es el momento para
preguntarse cómo se da la relación entre representación de la realidad y realidad. Dejemos en claro,
eso sí, que cuando hablamos de realidad estamos haciendo una simplificación porque estamos
separando sujeto y realidad. En la vida, eso no funciona así, como vimos al introducir la teoría de
Varela y Maturana. “La paradoja más extensiva a la condición humana… es que los mismos procesos
que nos habilitan para manipular símbolos, es decir, para crear modelos o representaciones de la
realidad, y que nos permiten sobrevivir, crecer, cambiar y disfrutar, nos permiten también mantener un
modelo empobrecido del mundo. De modo que los mismos proceso que nos permiten realizar las más
extraordinarias y peculiares actividades humanas son las que bloquean nuestro crecimiento al cometer
el error de confu ndir el modelo con la realidad”. Bandler y Grinder. Para tratar de desentrañar esta
paradoja resulta útil abordar desde otro ángulo la discusión acerca de cómo construimos los mapas
de la realidad; hay quienes distinguen tres operaciones en el proceso: generalización, eliminación y
distorsión. Todos tenemos una idea de qué es lo que llamamos generalización: si comemos mal nos
enfermamos; para vivir hay que trabajar; para aprender hay que estudiar; la representación de mi auto,
me permite relacionarme con todos los autos; etc. La verdad es que no podríamos vivir sin las
generalizaciones; imaginémonos lo que sería sacar una nueva conclusión cada vez que abordamos
una cosa o situación nueva. Una buena parte de las generalizaciones que manejamos son producto
de nuestra propia experiencia. Pero muchas otras no las hicimos nosotros mismos: crecimos
escuchándolas y hoy forman parte de nuestros mapas de la realidad. Pero la realidad supera cualquier
representación que yo pueda hacerme de ella, o, dicho de otra manera, las representaciones no
reproducen una realidad tal cual ella es. Al construir sus representaciones, el sujeto no sólo hace
generalizaciones, también elimina una parte de la realidad, condensa, reduce; y eso lo hace
manteniendo sólo los elementos de la realidad que a él le parecen relevantes. Es decir la persona,
necesariamente, hace una opción. Y al eliminar, al optar por mantener ciertos elementos y no otros,
también se aleja de la realidad, como cuando se aleja al generalizar. En este proceso de eliminación
de elementos de la realidad se pone en juego, una vez más, la integralidad de la persona. Al hacer mi
representación de la realidad -decíamos- yo guardo lo que a mí me parece relevante y elimino lo que
me parece irrelevante. Y el criterio de relevancia es subjetivo, es producto de la historia personal donde
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