o los equilibrios internos cada vez que se produce un cambio en uno de sus elementos. Es decir, frente
a las perturbaciones que se producen a partir del medio, el sistema nervioso opera como una red
cerrada que permite recuperar el equilibrio entre sus componentes, o sea, mantener constantes las
relaciones entre elementos sensores y motores que son transitoriamente perturbadas por estímulos
provenientes desde afuera. Esta clausura operacional no impide que el sistema nervioso sea, de todas
maneras, un sistema en permanente cambio estructural. Pero es un cambio interno que se produce
como efecto de las presiones del medio; éste a su vez obliga al ser vivo a cambiar internamente para
adaptarse a cualquier cambio producido en dicho medio. Esto es, justamente, lo que le da plasticidad
al sistema nervioso. Esta es la clave para entender las diferencias entre conductas aprendidas e
innatas. Son innatas aquellas conductas que se especifican con independencia de la historia de
interacciones entre el ser vivo y su medio. Y son aprendidas aquellas que se dan sólo como producto
de la historia de determinadas interacciones. En pocas palabras, el sistema nervioso participa en el
proceso de aprendizaje de dos maneras complementarias. En primer lugar, a través de la ampliación
del dominio de estados posibles del organismo que surge de la tremenda diversidad de
configuraciones senso-motoras que el sistema nervioso permite. En segundo lugar, abriendo para el
organismo nuevas dimensiones de acoplamiento estructural con el medio, al hacer posible en el
organismo la asociación de una diversidad de estados internos con la diversidad de interacciones que
éste puede establecer. Cuando un organismo vivo se da un sistema nervioso tan rico y vasto como el
del Hombre, sus dominios de interacción permiten la generación de nuevos fenómenos al permitir
nuevas dimensiones de acoplamiento estructural. Esto es lo que da lugar al lenguaje y a la
autoconciencia en el ser humano. Y son, justamente, el lenguaje y la capacidad de autoconciencia lo
que hace del aprendizaje humano un fenómeno diferente al que se da en los otros seres vivos.
Sintetizando, vimos que un ser vivo se conserva como unidad bajo continuas perturbaciones del medio
y de su propio operar. El sistema nervioso genera una dinámica conductual a través de relaciones de
actividad neuronal interna en su clausura operacional. Es decir, el sistema vivo, a todo nivel, está
organizado de manera tal que genera regularidades internas. En el dominio del acoplamiento social y
la comunicación se produce el mismo fenómeno, sólo que la coherencia y estabilización de la sociedad
se producirá mediante los mecanismos hechos posibles por el operar lingüístico y su ampliación en el
lenguaje. Esta nueva 6 dimensión de coherencia operacional es lo que experimentamos como
conciencia y como “nuestra” mente. Es así que la aparición del lenguaje en el hombre -y el contexto
social en que aparece- genera el inédito fenómeno de lo mental y de la conciencia de sí como la
experiencia más íntima de lo humano. Sin el desarrollo histórico de las estructuras adecuadas, no es
posible entrar en este dominio humano. A la inversa, como fenómeno en la red de acoplamiento social
y lingüístico, lo mental no es algo que esté dentro de mi cráneo, no es un fluido de mi cerebro. La
conciencia y lo mental pertenecen al dominio de acoplamiento social y es allí donde se da su dinámica:
es la red de interacciones lingüísticas la que nos hace lo que somos. La estructura obliga. Los humanos
como humanos somos inseparables de la trama de acoplamientos estructurales tejida por las acciones
lingüísticas permanentes. El lenguaje no fue inventado por un sujeto solo en la aprehensión de un
mundo externo, por lo tanto no puede ser usado como herramienta para revelar dicho mundo. Por el
contrario, es dentro del lenguaje mismo que el acto del aprendizaje se da, poniendo al alcance nuestro
el mundo en el cual actuamos y del cual formamos parte. No es que el lenguaje nos permita decir lo
que somos, somos en el lenguaje. Nos encontramos a nosotros mismos en el acoplamiento lingüístico
mutuo, no como el origen de una referencia ni en referencia a un origen, sino como un modo de
continua transformación en el devenir del mundo lingüístico que construimos -y aprendemos- con los
otros seres humanos. De toda esta larga explicación, hay elementos del proceso de aprendizaje que
quedan claros. • En primer lugar, hay aprendizaje cuando hay un cambio en la estructura interna del
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