el marco de la conservación de la autopoiesis( capacidad de producirse a sí mismos) que los define. Todo cambio en los seres vivos queda subordinado a la conservación de la autopoiesis. Por lo tanto, todo cambio estructural en los seres vivos queda necesariamente acotado por la conservación de la autopoiesis. Serán perturbaciones que gatillen cambios de estado aquellas que sean compatibles con dicha conservación y serán interacciones destructivas aquellas que no son compatibles. El continuo cambio estructural de los seres vivos-con conservación de su autopoiesis- es el palpitar de toda la vida, sostiene esta teoría. Aquí, la gran pregunta que surge es la siguiente: si el sistema nervioso opera con determinación estructural propia ¿ cómo es posible que el hombre tenga tanta efectividad operacional, tanta capacidad de aprendizaje, de adaptación y manipulación del mundo? Si negamos la objetividad del mundo cognoscible ¿ cómo no quedamos a merced del caos y de la arbitrariedad? Responder a esta pregunta es cómo caminar al filo de una navaja. Hacia un lado hay una trampa: la imposibilidad de comprender el fenómeno cognoscitivo si no hay un mundo objetivo que nos“ informe” cómo opera. Hacia otro lado, otra trampa: el caos que surge de la ausencia de lo“ objetivo” en el ámbito del conocer. La solución consiste, como siempre que se trata de una contradicción, en salirse del plano de la oposición y cambiar la naturaleza de la pregunta pasando a un contexto más abarcador. Como observadores, vemos una unidad de dominios diferentes, según las distinciones que hagamos: vemos un sistema operando en base a sus estados internos y cambios estructurales; vemos un medio en el cual ocurre lo mismo; y vemos interacciones entre ambos. Ninguno de estos tres dominios de descripción es problemático en sí y los tres son necesarios para comprender una unidad. Es el observador quien, desde su perspectiva externa, los correlaciona. Es él quien reconoce que la estructura interna de cada sistema determina sus interacciones al especificar cuáles elementos del otro sistema pueden gatillar sus cambios estructurales internos. La conducta de los seres vivos no es una invención del sistema nervioso, y no está exclusivamente asociada a él. Lo que hace el sistema nervioso es expandir el dominio de posibles conductas al dotar al organismo de una estructura muy versátil y plástica. Veamos, ahora, de qué manera el sistema nervioso expande los dominios de interacción de un organismo. Lo que aporta el sistema nervioso, esencialmente, son las conexiones e interacciones que las neuronas hacen posibles. Esa es la clave del operar del sistema nervioso. Las influencias recíprocas que se dan entre neuronas son de muchos tipos; la más conocida es una descarga eléctrica llamada axón. Pero no es la única. También se dan interacciones a partir de substancias químicas. Lo concreto es que las neuronas se conectan a otras neuronas-ya sea por medio de la electricidad o de substancias 5 químicas- a través de expansiones nerviosas conocidas como dendritas y terminales axónicos. Y los contactos que se producen entre las neuronas es lo que conocemos como sinapsis. La sinapsis es el punto donde se producen efectivamente las mutuas influencias de acoplamiento entre una neurona y otra. En suma, la sinapsis constituye la estructura efectiva que permite al sistema nervioso la realización de interacciones específicas entre grupos celulares distantes unos de otros. Esta arquitectura fundamental del sistema nervioso es universal, incluyendo desde la hidra hasta el ser humano. Lo que varía de una especie a otra de seres vivos es el tipo de neuronas. Este es, así, el mecanismo clave mediante el cual el sistema nervioso expande el dominio de interacciones de un organismo: acopla las superficies sensoriales y motoras mediante una red de neuronas cuya configuración puede ser muy variada. Mecanismo simple pero que ha permitido la enorme diversificación de dominios conductuales. Pero es importante retener que, a pesar de esa enorme diversidad conductual entre los seres vivos, sus sistemas nerviosos se diferencian sólo en las configuraciones específicas de sus redes interneuronales. La arquitectura del sistema, es la misma. Y parte esencial de esa arquitectura es lo que se denomina clausura operacional del sistema nervioso. Para que la organización del sistema nervioso se mantenga( si no se mantiene, simplemente el ser vivo deja de ser) es imprescindible que exista un mecanismo que conserve las relaciones constantes
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