Bitácora Educativa portafolio | Page 22

experiencia cognitiva involucra al que conoce de una manera personal, con toda su estructura biológica y psicológica individual y en un contexto social determinado. En otras palabras, postulan que no percibimos el mundo que está fuera de nosotros, sino que vivimos ese mundo en el propio espacio que generamos al actuar, al hacer cosas en ese mundo: y al vivir ese mundo, por nuestras propias características, no somos capaces de distinguir entre percepción e ilusión. Esta es la clave para entender la teoría del conocimiento que ellos proponen. No niegan la existencia, fuera de nosotros, del mundo en que vivimos. Lo que postulan es que no podemos separar ese mundo de nuestra historia de acciones, tanto biológicas como sociales, en él. En el acto de conocer, no podemos separar ese mundo real de la forma cómo ese mundo se nos aparece a nosotros. No tenemos certeza si ese mundo es la realidad o es nuestra ilusión de realidad. Dicho de otro modo, nuestro conocimiento no es un reflejo de la realidad. Existe una continuidad entre lo social, lo humano y su sustrato biológico. Hay una inseparabilidad entre nuestro ser, nuestro hacer y nuestro conocer que hace que este conocer no es “en sí” sino que es producto de nuestro ser y de nuestro quehacer. Es el resultado de la continuidad entre la acción y la experiencia, continuidad que no sólo se da en el plano puramente físico, sino que también se da en nuestro mundo interior, en el plano del lenguaje y de la reflexión; y el lenguaje es nuestra peculiar forma de ser humanos y de estar en el hacer humano. Por ello, el lenguaje es nuestro instrumento cognoscitivo por excelencia. La Teoría del Aprendizaje de Varela y Maturana como Marco General de Definiciones Recurro a esta teoría como marco básico de referencia porque, a mi modo de ver, ella da cuenta de los fundamentos más profundos del proceso de aprendizaje, esto es, su sustento biológico. La mayoría de las teorías que han prevalecido en este ámbito dan cuenta del aprendizaje desde su sustrato psicológico. Ello es pertinente. Pero estoy convencida que el sustrato psicológico se asienta profundamente en nuestra biología. Sin ella, no sucederían cosas en el maravilloso y complejo mundo de nuestra mente. El punto de partida de la teoría del aprendizaje de Varela y Maturana es que todo conocer se produce por el hacer y que este hacer se traduce en cambios a nivel de la estructura del que conoce. El aprendizaje sería, así, el proceso de cambios internos que se produce en un organismo vivo. En este caso, el ser humano. Ahora bien, ¿cuáles son las raíces para que esto opere así? El primer paso es entender por qué “conocer es hacer”; porqué esta afirmación está enraizada en la propia organización del ser vivo. El conocer no sólo se fundamenta en el sistema nervioso; sus procesos comprometen al ser vivo como totalidad. Por eso resulta imprescindible entender cuál es la organización del ser vivo, cuáles son las relaciones que hacen que un algo sea un ser vivo. La proposición de Varela y Maturana es la siguiente: “los seres vivos se caracterizan porque, literalmente, se producen continuamente a sí mismos”; esto es lo que se denomina “organización autopoyética”. En lo fundamental, la organización autopoyética queda definida por las siguientes relaciones: 1. Sus componentes (estructura) están continua y dinámicamente relacionados por una red de interacciones y transformaciones químicas que conocemos como metabolismo celular. 2. Lo peculiar del metabolismo celular es que algunos de sus componentes configuran un borde (o membrana) que limita la red de transformaciones químicas posibles a su interior; pero no sólo limitan las transformaciones, 3 también participan de ellas; en otras palabras, la membrana, operacionalmente, es parte del interior de la célula. 3. La arquitectura interior y la dinámica de la célula, son las dos caras de un mismo fenómeno de autoproducción; es, en definitiva, lo que permite la organización autopoyética. 4. Así, lo propio de un sistema autopoyético es que levanta barreras para distinguirse del contexto en el cual está inmerso, pero esto lo hace a partir de su propia dinámica interna; ambas cosas, borde y dinámica, son inseparables. 5. Lo que distingue a un ser vivo de uno que no lo es, en definitiva, es su organización autopoyética; entre sí, los seres vivos se pueden distinguir porque pueden presentar distintas estructuras; pero su organización es esencialmente la misma: una organización autopoyética. Ahora bien, en todo ser vivo, el cambio es no sólo posible sino 22