Si la violencia es un profundo aspecto psicológico de los humanos, será evidente incluso en las esferas de la salud: clínicas, hospitales, oficinas,etc.
Desde una perspectiva puramente neurofisiológica, los humanos muestran una mayor tendencia a la agresividad en situaciones de sufrimiento.
No es sorprendente que la aparición de esos ámbitos de la asistencia sanitaria, que apoyan a las personas que sufren un intenso sufrimiento, sean propensas a manifestaciones de agresión
Como consecuencia de esta nueva organización dentro de los servicios de salud, al profesional no se le paga por la calidad y precisión de la atención que presta, sino por la cantidad de pacientes a los que atiende. Esto da lugar a una relación impersonal entre el paciente y el médico. Se convierte en una relación puramente administrativa y burocrática.
La salud del paciente está en manos de un proveedor de servicios de salud que está crónicamente cansado y estresado.
Claramente, es la frialdad y la distancia de las relaciones médico-paciente en los entornos institucionales lo que forma el telón de fondo tanto para el aumento
de las reclamaciones como para el aumento del comportamiento agresivo contra los proveedores de servicios de salud.
los escenarios más críticos son aquellos que son testigos de una manifestación agresiva de algunos pacientes: servicios de primeros auxilios, pacientes internados psiquiátricos y servicios geriátricos.
Obviamente, existe un límite nebuloso, impreciso e indefinido después del cual el desgaste se convierte en agresión, invalidando cualquier procedimiento médico en el paciente.
RELACIÓN
MEDICO - PACIENTE
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