INFORME GENERAL Centro Nacional de Memoria Histórica
Guevara en el contexto latinoamericano y luego el cura Camilo Torres en el ámbito nacional. Este nuevo contexto tiene entre otros tantos hitos la revolución de Mayo del 68 en Francia y la movilización contra la guerra de Vietnam en los Estados Unidos.
En el caso colombiano fue notable el papel protagónico del cura Camilo Torres dentro de la movilización social en el país urbano con el Frente Unido del Pueblo en los primeros Gobiernos del Frente Nacional, pues no solo recogía a los estudiantes y sindicalistas radicalizados en torno a sus tesis, sino también a los sectores urbanos marginados. A esto se sumaba la introducción de un cambio internacional en la Iglesia Católica respecto a su labor pastoral y un viraje hacia una doctrina social con opción preferencial por los pobres en los papados de Juan xxiii y Pablo vi, embrión de la teología de la liberación que irrumpiría con fuerza en América Latina entre la segunda mitad de los sesenta y comienzos de los setenta, y que tendría un impacto directo sobre el eln con la creciente ascendencia de curas guerrilleros como Domingo Laín y Manuel Pérez. En el caso de los viejos conflictos y la herencia de la violencia bipartidista, el eln recogía, además, los fervores de la lucha sindical en Barrancabermeja y las colonizaciones adelantadas en cercanías de los cauces de los ríos Lebrija, Ermitaño y Catatumbo por campesinos desplazados por La Violencia o atraídos por las posibilidades que ofrecía la extracción de petróleo y la apertura de vías de comunicación, como el ferrocarril Bucaramanga-Puerto Wilches y el del Atlántico.
En esas regiones se había formado la guerrilla gaitanista de Rafael Rangel Gómez, cuya ideología era más cercana a un liberalismo libertario, sin influencia comunista ni vinculación con la lucha sindical, pero que despertaba reticencias en las directivas oficiales del Partido Liberal. Con la amnistía del general Gustavo Rojas Pinilla, Rangel desmovilizó a sus hombres en 1953, pero el fracaso de las políticas oficiales de colonización llevó al recrudecimiento de la violencia en Cimitarra, Santander. Algunos antiguos guerrilleros retomaron las armas y otros se convirtieron en bandoleros, en especial aquellos que procedían de las contraguerrillas conservadoras y de la policía chulavita. Ya bajo el Frente Nacional, Rangel fue elegido representante a la Cámara para el Movimiento
Revolucionario Liberal, mrl, pese al rechazo de los ganaderos y los liberales oficialistas de la región. 37
El Magdalena medio se sentía marginado por la dirigencia bipartidista del orden nacional, y manifestar esa inconformidad le granjeó una reputación de región rebelde e inconforme. Este escenario explica la inserción de grupos estudiantiles radicalizados de la Universidad Industrial de Santander al proyecto del eln, la acogida de las tesis del Frente Unido de Camilo Torres, y el apoyo de algunos dirigentes provenientes de la Juventud Comunista, juco, de las Juventudes del mrl, del Frente Unido de Acción Revolucionaria, fuar, y del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, moec.
Ahora bien, la concepción foquista de la lucha armada— que proyectaba su estrategia político-militar a partir de la concentración de esfuerzos en ciertos sectores sociales y regiones— hizo efímero el apogeo inicial del eln, pues aisló a los núcleos insurgentes del débil movimiento social de esos años. 38 Además, la tesis de que la revolución se generaría desde el campo hacia la ciudad, para alcanzar el poder por medio de“ una guerra prolongada”, llevaba a la subordinación de la militancia urbana a la guerrilla rural. Los militantes urbanos quedaban reducidos a apéndices logísticos, encargados de reclutar cuadros para la guerrilla rural. Por todo lo anterior, el eln no logró capitalizar las ventajas que le otorgaba la región donde estaba inserto.
Adicionalmente, el autoritarismo de Fabio Vásquez Castaño, líder del eln, manifiesto en el tratamiento disciplinario de los conflictos ideológicos por los que llegó a ordenar ejecuciones de disidentes— para dar solo un ejemplo— produjo deserciones y fraccionamientos. El crecimiento del grupo fue entonces lento, de carácter vegetativo, con menor capacidad de expansión de la que esperaban sus fundadores, y el número de
37. Alejo Vargas Velásquez, Colonización y conflicto armado. Magdalena Medio santandereano( Bogotá: cinep, 1992). 38. Véase: Mario Aguilera,“ El eln: entre las armas y la política”, en Nuestra guerra sin nombre. Transformaciones del conflicto en Colombia, coords. Francisco Gutiérrez et ál( Bogotá: Norma, 2006), 209-266.
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