mulo Betancourt para desempeñarse
como Gobernador del Distrito Federal.
Durante el tiempo que estuvo en el
despacho, utilizó la limusina Cadillac
1956 color negro comprada durante la
administración de un predecesor del
gobernador Machado, el comandante
Guillermo Pacaníns, quien dejó el cargo en 1958 tras siete años de gestión.
En 1954 apareció el Mercedes
300SL, el primer modelo en contar con
motor de cuatro tiempos con inyección
de combustible controlado mecánicamente, de la marca Bosch con una
bomba de seis émbolos. Fue el primero en adelantar la tecnología de inyección que se masificará a futuro. De por
sí una curiosidad desde que era un
deportivo nuevo, el de suyo emblemático 300SL de 1954, introdujo las puertas tipo alas de gaviota, recurso al que
pocos han recurrido, entre estos el retador De Lorean 1981, en la versión
que posee en Caracas Luis La Rosa.
Asdrúbal Fuenmayor considera
que parte de la producción del Ala de
Gaviota llegó a Venezuela. El presidente Marcos Pérez Jiménez se aficionó a
estos carros usados en competencias
por grandes como Juan Manuel Fangio, quien condujo no sólo el suyo, sino
también el del Presidente de la República, quien convencido de que era un
gran piloto, se llevó a Fangio de copiloto. Hombre excepcionalmente discreto y muy modesto, el chico de
Balccarse, único cinco veces campeón
mundial cuando competir era deporte
antes que negocio lucrativo, nada comentó jamás acerca de aquella experiencia a la venezolana.
Así como el primer Ala de Gaviota
fue el que le regalaron al general Pérez
Jiménez, el segundo vehículo de este
tipo lo trajo Pancho Pepe Cróquer y con
él fue a correr a las 12 horas de Sebring.
A Solís Martínez le contó a su regreso
un amigo que en esa pista el Ala de Gaviota parecía un camión ante los otros
carros. Se retiró cuando lo pasó un pequeño Renault dejándolo casi parado.
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De tantos 300SL, aseguran que
sólo tres permanecen en el país de donde muchos coches de prestigio o historia han salido para ser vendidos en el
mercado internacional donde los autos
han alcanzado precios inusitados. Uno
de los que aún circula en perfectas
condiciones, con el añadido de aire
acondicionado, pertenece al coleccionista Antonio Valbuena. Lo exhibe
con frecuencia pues le agrada compartir con la gente al darle acceso a tesoros como ese bólido plateado que
parece nuevo.
Renny Ottolina y Gustavo Zingg
utilizaban en Caracas sus Mercedes
600 comprados en Alemania. Otro
particular que trajo una tercera de
esas limusinas, no pudo disfrutarla
pues la confiscaron en la aduana, pasando a la Gobernación del Distrito
Federal como vehículo oficial del Gobernador de Caracas. La utilizó el
periodista Guillermo Alvarez Bajares
mientras condujo ese despacho en los
años setenta.
Saab [Suecia] y la BMW [Alemania] se dedicaron a la producción de
motores y aviones de combate sin perder
la fórmula y capacidad para hacer magníficos automóviles, retomadas al término de la guerra. La sueca Volvo
también ha estado presente en Venezuela. En los cincuenta y sesenta se vendió
bien la versión clásica PV444, Amazon
210 e incluso la ranchera 445 Duett.
Otro Volvo también coupé, el P1800 de
líneas deportivas simpáticas, llegó a
Venezuela en poca cantidad. Lo tuvo
José Antonio Olavarría, quien se lo vende a Isaías Medina Felizola. Lo recuerda como su primer carro propio.
El modelo Dauphine de la Renault
lo presentaron en la Exposición de Autos celebrada en Suiza el año 1956.
Llegó a ser tan popular en Venezuela
que El Automóvil de Francia, agente
local de Renault, vendió centenas en el
local que ocupaba en el edificio Las
Fundaciones, recién construido por
Eugenio Mendoza en la avenida Andrés
Bello, creación del arquitecto Diego
Carbonell. El Dauphine constituyó algo diferente de los estilos anteriores
siendo las rejillas verticales delante de
las ruedas traseras, por las cuales penetraba el aire para enfriar el motor,
que se halla en la parte de atrás, el
único distintivo conservado de sus antepasados. La fuerza motriz del Dauphine superó al Renault 4CV. Victoria
Buades sacó buen provecho del Dauphine que compró nuevo utilizado los
fines de semana para recorrer Caracas
y alrededores que ofrecían muchísimos
parajes todavía no intervenidos por la
urbanización. Así los recuerda uno de
los hijos del fotógrafo de la revista Elite,
Tony Rodríguez, arquitecto Ricardo
Rodríguez Buades, quien al menor descuido del tío, después de lavarle el Chevrolet Bel Air 1958, a la chita callando
salía a darle la vuelta a la vecina placita de Las Delicias de Sabana Grande
su mayor atrevimiento, por suerte sin
consecuencias.
Otro francés que corrió con suerte entre nosotros fue la marca Citröen.
La adoptó la Guardia Nacional a cargo de la vigilancia de la circulación por
la autopista hacia La Guaira así como
para la vigilancia de carreteras durante el gobierno de Pérez Jiménez, cuando también los fiscales de tránsito
dispusieron de sedanes Fiat. Pocos Citröen como aquellos en la versión clásica D11, subsisten entre coleccionistas
y amantes locales de la vieja y reconocida marca que a principios de los años
sesenta introduce en la industria automotriz de las más fantásticas innovaciones tecnológicas: la serie DS.
Carlos López se llamaba el circunspecto chofer profesional nacido y
criado en Chacao, que tuvo el privilegio
de conducir en Venezuela como en Europa, uno de los dos únicos Maybach
que llegaron al país antes de 1930, en
particular aquella gran limusina representativa de lo último de la tecnología y elegancia automotriz alemana
de la preguerra.