«Mi padre le facilitaba los carros
para que visitara a los enfermos que
lo requerían» -recuerda Domingo, uno
de los hijos de este precursor de los
servicios prestados con automóviles en
nuestro país.
«Existía una estrecha relación
entre mi padre y José Benigno Hernández a través de la cual nació el
vínculo humanitario» -asegura el hijo
del visionario italiano que a fuerza de
trabajo, en Caracas no sólo negocia con
éxito sino se ocupa febrilmente de
atender urgencias sociales, incluida la
de organizar el gremio de los choferes,
además del modesto servicio apaga
incendios.
Ottati y amigos en el Torpedo matrícula No 11.
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