Automóviles y Caminos 2009 | Page 15

De la montura al asiento del panhard Gómez se bajó del caballo y puso de lado las victorias en las que se paseaba por Caracas para subirse a los asientos de cuero de la limusina francesa que tenían en Miraflores cuando en 1908 Cipriano Castro va a buscar cura en Berlín y se queda sin la presidencia que su compadre Juan Vicente hacía tiempo venía anhelando para sí. Cuando en 1910 el general Juan Vicente Gómez recién se había hecho con todo el poder, la mayoría de los vehículos que existían en Venezuela estaban inutilizados por falta de repuestos. Tan sólo dos se encontraban en condiciones de rodar. La causa principal de este inconveniente era, sin duda, el costo de las piezas, pues la mayoría de los autos provenían de Europa y el gobierno acababa de aumentar considerablemente el flete marítimo. Uno de los que se hallaba operativo era la limusina Panhard Levassor traída en 1907. Por razones obvias pocas veces utilizado por doña Zoila, menos todavía por el general Castro, bastante quebrantado de salud además de asediado por el movimiento conspirativo que Gómez venía armando. Existe el registro fotográfico [diario El Universal, Caracas, 1912] del recorrido por el general Gómez a bordo de la limusina Panhard Levassor, en uso por la Presidencia de la República, de la carretera recién pavimentada que cruzaba el Este del valle de Caracas. También es conocida la fotografía [recogida igualmente por El Universal, 1912], a propósito de la visita de Gómez a Maracay para una reunión del alto gobierno. Claro que el ferrocarril alemán era utilizado con frecuencia para auxiliar el largo viaje entre Caracas y Maracay. Ni qué dudar que el automóvil se constituía en parte del equipaje llevado por el séquito presidencial en aquellos días de intrigas y asentamiento de la más larga dictadura que ha conocido Venezuela. Maracay era todavía una «aldehuela con calles anchas, rectas, de barro apisonado, excelente queso, carne gorda, mucho calor, muchos árboles muy verdes y ese aire quieto, pesado y fastidioso de las villas que están en mitad de las dehesas y de los sembrados». Dos automóviles europeos muy peculiares en los años veinte y treinta, que rodaron por la capital y sus alrededores. 15