Política
Desde el fondo de la sala, sentada sobre una vieja banca, con una mano acariciando al perro de su hija y con la otra frotando su mandil, María Chichilco, la ex comandante guerrillera salvadoreña, escuchaba mi última pregunta:“¿ Cuál fue su experiencia en el gobierno?” Con una sonrisa espontánea me respondió sin titubear:“ Es un show. Muchos de los que están en los puestos del gobierno no entienden lo que significa estar ahí.” En realidad, no esperaba su respuesta. Y después de ofrecerme otro vaso de agua, ella continuó:“ Yo estaba ahí porque creí que era un buen camino para lograr el bienestar de mi pueblo. Muchos creían que ya habíamos logrado el ideal de la Revolución por el mero hecho de estar bien vestidos, ocupando un puesto de gobierno y no era así. Fíjate, muchos querían que yo olvidara el pasado, que me terminara acomodando como muchos de mi partido, pero, ¿ cómo lo iba a hacer si estaba dispuesta a dar mi vida durante la guerra?” En tales afirmaciones, María reflejó la consciencia de un serio problema: el creer que la democracia es un estado estático, el cual se halla presente en la mera existencia de instituciones que se adjudican la representatividad de las masas. Pensar en la democracia sólo como la participación mayoritaria de la ciudadanía, en un marco institucional que permite el disenso y la oposición, resulta ser engañoso. Esta noción de la democracia como algo estático, al cual se accede por el mero hecho de votar, o mediante la pertenencia a una institución, ocasiona un estancamiento en el propio dinamismo de la historia. Pensar que México cuenta con un régimen democrático sería ignorar la crisis económica por la cual atraviesa el país, porque significaría omitir la estrecha relación entre desigualdad extrema y la captura del Estado por un grupo privilegiado que toma decisiones en favor de sí, a costa de la mayoría. Esto sólo nos conduciría a ver al Estado mexicano simplemente como un régimen autoritario que se diferencia específicamente de otros porque su adjetivo es competitivo. Sin embargo, existe otra noción de democracia: la democracia como algo que se construye, como fruto de la historia. Ahora se consideraría un dinamismo impulsado por movimientos e ideas, que busca responder a diversos conflictos. Dicha noción permite entender a la democracia como una búsqueda creativa de los individuos e instituciones con miras a procurar que todas las personas tengan una efectiva igualdad de oportunidades. Hay una inevitable distancia entre la concepción de democracia en la antigua Grecia y nuestras actuales nociones. Entre los griegos y nosotros se encuentran innumerables sucesos que dotaron de distinta significación a la propia democracia. Se ha de considerar que
Foto por: David Mancillas el resurgimiento de la democracia está enmarcado en la tradición liberal que hizo frente al Estado tirano, en defensa de la razón y la elección. 1 Así,“ volvimos” a la democracia con una necesidad de democratizar el liberalismo que hizo frente a las monarquías. Dicho dinamismo se vuelve a repetir siglos después. A partir de la expansión del capitalismo en la segunda mitad del siglo XX, el Estado debía ser el encargado de propiciar el crecimiento de la sociedad y, a la vez, de redistribuir la riqueza. Es decir, el surgimiento del capitalismo ha exigido pensar medidas concretas de contención al propio dinamismo de egoísmo que se desarrolla en la competencia de mercado. El poder político es, pues, el encargado de regular el poder económico.
18 Autarquía
1
Javier Tello Díaz.“ Modelos de democracia” en Política y gobierno. Centro de Investigación y Docencia Económicas: Ciudad de México, vol. III, núm. 1, primer semestre de 1996, p. 131-132.
2
Mauricio Andrés Ramírez Gómez.“ Democracia, Mercado y Socialismo” en Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Universidad de Los Lagos: Santiago, Chile, vol. 4, núm. 12, 2005.