Autarquía tercer número- Democracia | Page 17

o por diferentes cosas, undo, nuestros pueblos, erando que pensemos y no están preocupados y están no nos compadecemos.” 1 las calles con troncos y piedras, de manera que pudieran obstaculizar el paso a los camiones que venían cargados de madera de los cerros, pusieron altares con imágenes religiosas en algunas esquinas de las calles y por las noches hacían fogatas para vigilar a la comunidad, pero lo más importante, juntos hacían la comida alrededor a las fogatas y después rezaban. De esta manera es que comenzaron a recuperar los espacios públicos. En esos momentos, las personas de la comunidad se dieron cuenta que hacía tiempo que ya no convivían con sus vecinos, que habían dejado de preocuparse por ellos, pero que al final se sentían invitados a reconocer a cada uno de los miembros que la integraban como iguales. También, algunos adultos comenzaron a reflexionar de cómo habían apostado más por sus profesiones y trabajos bien pagados y habían olvidado sus tradiciones. Ahora, hablar la lengua de los mayores les daba pena y no la comprendían, entonces, fue cuando voltearon hacia atrás, y recordaron a sus mayores, se dieron cuenta que ellos les darían la clave para“ retornar a la comunidad” y recuperar todo aquello que habían perdido por buscar una supuesta economía basada en la acumulación de capital que les daría una mayor calidad de vida y un progreso social a través de una democracia representada por partidos políticos, pero que, al pasar el tiempo, se daban cuenta que las cosas no eran así de buenas como les habían hecho creer, porque ahora vivían en desconfianza, como si se tuvieran que cuidar unos de los otros, además, que la inseguridad se apoderaba de sus vidas y no les permitía convivir entre ellos. Ahora ya estaban preparados para darle la vuelta a la tortilla, y los primeros que entrarían a la discusión serían los partidos políticos y su modo de participar en la comunidad. Al final decidieron que ya no los necesitaban, porque lo único que hacían era dividir a la comunidad con sus campañas y compra de votos. Llegaba pues, el momento de plantearse un nuevo modo de organización política, aunque esto les llevara un proceso largo y cansado, no hubo vuelta hacia atrás. Después de escuchar todo esto, Andárani se quedó como pasmado de todo lo que su hermano Rafa le platicaba, pero sobre todo del proceso que vivió su comunidad mientras él se encontraba en California trabajando en un restaurante de comida china lavando platos. Andárani salió de Cherán algunos años atrás, cuando uno de sus primos le había prestado dinero para pagar el coyote e irse pal otro lado, le habían prometido que se iba a acomodar en la construcción o en las yardas, pero no corrió con la misma suerte que ellos. Desde que llegó a los Estados Unidos le había ido mal, no duraba en los trabajos y comenzó a tener dolores de cabeza muy continuamente. Cuando Andárani se fue, creía que cuando estuviera allá en el gabacho su vida iba a cambiar por completo, que iba tener una“ mejor vida”. Después de sacrificarse por unos buenos años en su trabajo y de buscar siempre la manera de ayudar a su mamá y sus hermanos con las remesas que mandaba, decidió regresar porque extrañaba el campo y las fiestas de su pueblo. El sueño americano que en algún momento lo había motivado para salir de su comunidad ya le había hartado, se sentía cansado y enfermo por el ritmo de vida de la ciudad, y porque además se sentía encerrado detrás de cuatro paredes, lo que lo hacía sentir asfixiado. Sin embargo, ahora que se encontraba de regreso en Cherán, Andárani tenía deseos de recuperar todo el tiempo perdido. Es así pues, la manera en que estos dos hermanos se vuelven a encontrar. Por un lado, Rafa siente una sensación extraña por el regreso de su hermano, pero sobre todo porque no logra verlo realizado, pero por el otro, Andárani parece estar inquieto, como si quisiera correr y gritar hasta llegar al cerro, decirle a todo el mundo que se siente libre y bendecido. Ahora caminan rumbo a su casa, en silencio. Rafa pensativo y la mirada fija, mientras que Andárani voltea para todos lados, como un niño que explora un lugar nuevo. Así continúan por un buen rato. Ya en su casa, su mamá y sus hermanos los esperaban con mucha ansia. En el suelo una olla grande de churipo hierve y su olor se hace presente hasta el último rincón de la casa. Andárani entra a la cocina a buscar a su mamá, mientras Rafa se queda de pie junto a un trastero, vuelve a respirar y recuerda todo lo vivido en la comunidad, con un suspiro se sienta en un banquito de madera y con una mirada fija observa el fogón, al que le sale humo, pero se queda quieto contemplado el fuego y sonríe … ▪
Guillermo Medina
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Cherán / Hueso, Héctor Guerra, Lengualerta Moyenei, Roco Pachukote, Rubén Albarrán. 2011. Consultado en youtube el 06 de marzo de 2017.
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