Social
Cherán, Estado autónomo
Es domingo por la mañana y Rafa se despierta con el sonido de las campanas que anuncian la primera misa del día. Se levanta, se echa un baño rápido y después de vestirse con un pantalón de vestir negro y una camisa de manga larga rayada, avanza hacia la cocina para prepararse un café y merendar unas corundas recalentadas. En la cocina, ya se encuentra su mamá, una mujer ya grande de edad, robusta y tez morena. Envuelta en su rebozo de rayas azul con negro y un delantal floreado, atiza el fogón mientras prepara la masa para hacer unas tortillas. Rafa muy atento la saluda y con un gesto de agradecimiento le pide le dé la bendición. Sale de su casa presuroso y al pasar por las calles hacia la plaza principal, el olor a atole y tamales de dulce del mercado lo envuelve y hace que se detenga por un momento, sin embargo, sigue su camino con prontitud porque su hermano ya no tarda en llegar a la parada del camión. Después de mirar alrededor de la plaza, se percata de la multitud de gente que hay por todos lados, mira su reloj casio y se da cuenta que todavía es temprano, pero que la emoción por volver a ver a su hermano Andárani lo tiene un poco inquieto. Se queda quieto unos segundos y respira, siente cómo el frío húmedo de la mañana entra hasta sus pulmones, y se sienta por un rato en la banqueta junto al palacio municipal mientras espera a que llegue su hermano. Ya son ocho años desde que se fue, y a él le parece que pasaron muchos más. Después de un rato de espera, por fin llega. Lo ve a lo lejos con su sudadera holgada gris y un pantalón cholo negro. Rafa se levanta y camina hacia su encuentro, con un efusivo abrazo lo recibe y le ayuda a cargar una de las maletas. Se miran por unos instantes, pero no se dicen nada, solo sonríen, comienzan a caminar de la plaza hacia el tianguis que se encuentra junto al templo. Mientras caminan, Rafa le platica a Andárani de los últimos acontecimientos que se han suscitado desde que se fue de Cherán a los Estados Unidos hace ya uno años. También de lo difícil que les ha sido encontrar un nuevo modo de organizarse en la comunidad. Rafa le cuenta que ya desde hace unos años, casi al mismo tiempo que él se fue, comenzaron a tener problemas con el narco, que la gente de Cherán vivía con miedo y ya no podían salir por las noches a las calles porque se sentían inseguros. Los“ malos” como la gente llama a los narcos, pasaban en sus grandes camionetas y atemorizaban a todos con sus armas, quemaban los terrenos donde ya habían cortado la madera y la policía municipal no hacía nada por detenerlos. Pero--contó-- un día viernes por la mañana, pasó algo inesperado, cuando un grupo de mujeres que salían de misa de la mañana vieron cómo pasaban frente a ellas unos talamontes con sus carros repletos de madera. Se dirigían hacia los aserraderos que se encontraban a la otra orilla del pueblo. Éstas mujeres se sintieron indignadas y cansadas por esos actos de injusticia y corrupción, por lo que se armaron de valor y decidieron enfrentarlos sin saber en ese momento en lo que iba a parar todo. También, que después de este acto, aun con temor, la gente comenzó a organizarse, porque tenían miedo que los“ malos” vinieran y tomaran represalias con algunos miembros de la comunidad. Así fue como comenzaron a reunirse en asambleas comunitarias para discutir qué hacer ante esta situación. Después de un rato de discusión, decidieron cerrar
Foto por: Miguer Tovanche
“ En estos días estamos pasand se está oscureciendo nuestro m nuestras tierras están llorando esp sigamos dañando los árboles que llorando, y nosotros no sentimos
16 Autarquía