canos y de todo el mundo la
huella del primer hombre en
la Luna? ¿El sobresalto al paso
del Sputnik que sin duda pren-
dió mecha en la llamada Ca-
rrera Espacial? Pero para este
joven de 39 años, poca prensa,
poca calidez, poco ímpetu in-
cendiario en las redes sociales.
Lleva viajando 20 billones de
kilómetros —como seis ve-
ces la distancia de Neptuno al
Sol—, nos mostró las grandes
bellezas que ahora conoce-
mos de Júpiter, Saturno y sus
numerosas lunas; pero nunca
sabremos cuándo llegará a otro
lugar, pues a partir del 2020
de manera fríamente calcula-
da para ahorrar lo más posi-
ble de su energía, empezarán
a apagarle sus dispositivos de
medición para, en el 2025, de-
cirle adiós de manera rotunda.
No obstante, en esta historia de
despedidas y no pocos tropiezos, no hay final triste, ya
que ha viajado a donde ningún otro objeto creado por
el hombre ha viajado jamás. Ha dejado la heliosfera, el
lugar de influencia del Sol, y se ha adentrado en lo que
llaman espacio interestelar; ese espacio que separa a las
estrellas.
Su costo: 988 millones de dólares para esta nave y su ge-
mela, que en comparación con la reciente misión a Marte
(MSL/Curiosity), cuyo costo asciende a unos 2,500 mi-
llones de dólares, representa casi una quinta parte; no
muy diferente a otras de las grandes hazañas del hombre
como el viaje de Colón. Dicen que la reina de España
gastó lo mismo en un banquete real y, en retribución, al-
gunos siglos de fortuna e imperio.
Hijo de ingenieros —Viajero I— en nada se parece a la
monumental Enterprise del Viaje a las Estrellas, al Axio-
ma de la animación Wall-e, a Galáctica o las más senci-
llas naves de combate de la Guerra de las Galaxias. No
tiene ningún referente de rostro humano, nadie gritaría
espantado: ¡un OVNI! si de pronto irrumpiera en el
patio trasero de su casa; es más, es tan austero como
ligero y funcional para escapar del nido de la Tierra y
ser un ave interestelar. Vaya ironía de las creaciones de
la vagancia humana, dice un slogan de la IBM cuando
refiere a las computadoras, siendo éste uno de sus por-
tentos, en nada se parece a su creador.
Como en el pasado los navegantes solían guiarse por
las estrellas, este modesto navegante —Viajero I—
más cerca de ellas que los otros, también lo hace; y
que, tal vez, para el tiempo en que toque bahía o algún
paraje, ya no habrá humanidad. O en cambio, si la saga
de George Lucas se vuelve el mundo futuro, alguna
que otra nave humana sin duda lo aventajará. Nunca lo
sabremos, pero deseo pensar más en esto último que
en lo anterior, que es tema de otro ensayo.▪
Jorge Luis González
Autarquía
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