INTELIGENCIA
ARTIFICIAL
Ilustración por: Julieta Alvarado
La «inteligencia artificial», o por lo
menos su pretensión, es ya un hecho
en nuestro mundo contemporáneo.
Obsesionados con la búsqueda de
confort, pretendemos cada vez, con
mayor frecuencia, que los aparatos
o los gadgets resuelvan de manera
automática una serie de problemas
de nuestra vida cotidiana. Hablamos
entonces de «edificios inteligentes»,
«teléfonos inteligentes», «autos in-
teligentes», incluso de cosas invero-
símiles como «topes inteligentes»,
cuya función es reducir la velocidad
de los autos. Fundamentalmente un
1 Russell & Norvig, Inteligencia Artificial, un enfoque moderno,
2 Zubiri, Xavier, Inteligencia Sentiente, Alianza, Madrid, 1980.
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Autarquía
artefacto inteligente es aquél que,
de manera automática, es capaz de
adaptar su funcionamiento, depen-
diendo de una serie de circunstan-
cias. La inteligencia artificial busca
que las máquinas ofrezcan, por sí
mismas, repuestas adecuadas.
Así, lo central de la inteligencia arti-
ficial es poder hacer que una máqui-
na se autoadapte o genere respuestas
óptimas. Dicha adaptación se logra
por una serie de procesos que son el
núcleo de la inteligencia artificial.
Stuart Russell y Peter Norvig 1 consi-
deran que hay dos maneras de clasi-
ficar el modo de articular dichos
procesos: una en la que se intenta
imitar las operaciones humanas y
otra que intenta crear respuestas
con procedimientos puramente ló-
gicos. En ambos casos, por la vía de
la simulación del “pensamiento” o
por la vía de la construcción lógica,
los promotores de la inteligencia
artificial se proponen sustituir a las
personas en procesos laborales o in-
cluso en los de toma de decisiones.
Los programadores de computado-
ras intentan crear softwares cada