Autarquía Número Diez | Page 8

Literatura Sentimiento generalizado —Pues yo creo que sí es la única opción. —Pues yo no, y si yo digo no, entonces ninguna de las dos lo va a hacer. Se miraron por varios segundos, como respirando el aire de la otra, intentando adivinar qué hacer antes de que se tomen decisiones bobas. Se quedaron bien calladas, con los ojos llorosos y las narices ensangrentadas, intentando no hacer ruido con el frío en el cuarto, con las uñas que tem- blaban, con los dientes que tiritaban. —Bien sabes que está ahí afuera, no hay de otra. —Mira, yo sé. —Ya le pasó a Marcela, y a ella le pasó a media calle y quién sabe quién fue. —Cállate. —¿A qué vas a protestarle a quién sabe quién —continuó la muy descarada— si te vas a andar metiendo en las mis- mas situaciones? —Que te calles. —Y, aparte... —QUE TE CALLES, QUE TE CALLES, QUE TE CA- LLES. Un golpe en la puerta y de vuelta al silencio, a las miradas, al llanto y a la imagen de Marcela. Sé que estás ahí, así que mejor ya sal le gritaron desde afuera, pero se quedaron en la burbuja que era el cuarto, en la seguridad que estaban por pinchar como ya habían pinchado a las otras en la casa. Sólo quedaban ellas. En calzones, con hambre, con frío y sudada, abrió la puerta para empezar a correr. En un acto de desesperación, cada pierna se encargó de dar un salto. Le latía la sien como tam- bor que marca el paso, escuchaba sus propios gritos en el fondo diciéndole que no, que le había dicho que no, que era la única opción y que no era posible que no se escuchara. Por la espalda le escurría una sola gota fría; el cabello ape- nas le dejaba ver la puerta que se alejaba despacito, como esperándola a que se acercara tantito más para entonces ale- jarse. Estiró la mano, se aventó hacia ella y no llegó. Una mano le tocó la pierna. En medio de la noche, con la cara empapada y llanto en la boca, despierta y decide esta vez sí hacerse caso. Le pone seguro a la puerta y no vuelve a salir del cuarto en doscien- tos años o hasta que le deje de temblar la fe. En las noticias anuncian que esta vez no fue Marcela, fue Ramona la que sí salió. Cierra la pestaña y juega Candy Crush.▪ Zara Berrueta Desaparecido Estiré mi mano y encontré vacío Miré en las calles, busqué en el río Pero nadie vino. Estiré mi mano y encontré oscuridad Palpé la nada, probé la incertidumbre Me hice amiga de la soledad. Estiré mi mano para buscar tu rostro Grité tu nombre, no encontré el gozo Y en la desesperación me di por vencida. Incluso la muerte era más que bienvenida. Estiré mi mano y encontré vacío. Estiré mi mano, ya te habías ido. Estiré mi mano... pero habías desaparecido. ▪ Melissa Ayala 8 Autarquía