fracasar (dependiendo del matiz que se quiera acentuar).
De ello no se sigue, sin embargo, que estemos ya fuera de
él o que tengamos al alcance de la mano la posibilidad de
salir. Estamos atrapados en su fracaso (actual, continuado
o inminente). Digámoslo así: la Modernidad apostó todo a
la Razón, pero ésta resultó incapaz, por sí misma, de llevar
a término el proyecto político que le es inherente. Estamos
pagando el precio del ingenuo entusiasmo con el que la
identidad entre lo real y lo racional se asumió como garan-
tía del cumplimiento de los ideales republicanos de justicia
y libertad. Vivimos en un mundo en el que la desigualdad,
la opresión y la exclusión se reproducen y se sofistican sin
que, frente a esto, sepamos cómo oponer otra cosa que vie-
jas y desgastadas formalizaciones. Ésta es la situación; la
forma de ser de nuestro presente. Es desde esta perspectiva
que entiendo (y simpatizo con) el ímpetu por encontrar en
Foucault una alternativa, un pensamiento distinto que des-
emboque en la disolución del republicanismo o, incluso,
en una suerte de trans-republicanismo.
No obstante, me parece que dicha aspiración adolece de
cierta miopía histórica e, irónicamente, de cierta ingenui-
dad típicamente moderna. El pensamiento de Foucault no
constituye, por sí mismo, un proyecto político radicalmen-
te nuevo ni prescribe procedimientos racionales específi-
cos para asegurar el advenimiento de alguno. Es riguro-
samente (auto)consciente de que el pensamiento no puede
(y, por lo tanto, no debe) intentar eso. Se guarda de repro-
ducir, a cualquier escala, el espejismo de la liberación. Lo
hace porque entiende que la condición de nuestro presente
es la de ser, precisamente, la experiencia histórica del ha-
berse malogrado de ese intento.
Podemos estar de acuerdo, entonces, en que lo que no
hay en Foucault es un sueño republicano. Lo que sí hay es
un esfuerzo lúcido y persistente por instrumentalizar críti-
camente (y, por lo tanto, siempre de manera contingente)
la experiencia del fracaso de dicho sueño. Lo que hay, en
breve, es una orientación reflexiva sobré cómo asumir y
ejercer el republicanismo. No hay más República que la
defensa a ultranza de la República; esto es, de una Repú-
blica cuya realización nunca llegará y que mal haríamos en
seguir esperando. ▪
Demetrio Zavala Scherer
Autarquía
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