Defender la
República.
Nota sobre
Foucault
El año pasado asistí a una conferencia de Miguel Morey
sobre Michel Foucault. No recuerdo la frase exacta, pero
en algún punto Morey dijo que Foucault era, ante todo, un
republicano. Desde luego, la afirmación tenía sentido en
el contexto del discurso de Morey. También lo tiene, por
lo que a mí respecta, como descripción general del carác-
ter eminentemente político del pensamiento de Foucault.
Diría ―con esa cándida seguridad que suele acompañar a
las propias convicciones― que me parece una obviedad.
Por eso me sorprendió un tanto escuchar, a la salida de la
conferencia (con la que se inauguraba un congreso dedica-
do por completo a Foucault), algunos comentarios en los
que se señalaba que dicho punto de vista estaba superado
o era simplemente erróneo. El consenso (entre la gente con
la que me encontraba) parecía ser que el carácter radical,
revolucionario o vanguardista de la reflexión foucaultiana
es incompatible con la vieja y anticuada idea de Repúbli-
ca. Por otra parte, es significativo que esta conclusión hace
juego, hasta cierto punto, con esa reputación de Foucault
que se extiende más allá de lo académico y a la que suele
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Autarquía
referirse con términos como relativista, anarquista, inmora-
lista, irracionalista, post-moderno, etcétera. En breve, para
muchos Foucault no sólo no es un republicano, sino que
es ―por defecto o por virtud― enemigo de la República.
Las opiniones de quienes encuentran en Foucault un an-
ti-republicanismo pernicioso no me interesan aquí. Creo
que son el resultado de un grave desconocimiento de su
obra, frecuentemente alimentado por prejuicios emanados
de ciertas inclinaciones morales y políticas que me resul-
tan muy distantes. Más interesantes me parecen las lecturas
que ven en él una superación del republicanismo, o cuando
menos, un reconocimiento del colapso del proyecto repu-
blicano. Dichas lecturas resuenan con mi comprensión de
la dimensión política de su pensamiento en cuanto al tipo
de diagnóstico del mundo actual que hacen posible, pero
difieren de ella en cuanto a las implicaciones filosófico-po-
líticas que desde ahí pueden derivarse.
Por lo que se refiere al diagnóstico, a estas alturas parece
razonablemente claro que el proyecto republicano moder-
no ha fracasado, sigue fracasando o está por (terminar de)