Autarquía Número Diez | Page 18

Política La Miseria del Estado La realidad que se vive en México es una crisis de Estado, aunque se le ha llamado de muchas maneras: ausencia de Estado, crisis institucional, narco-Estado, Estado fallido. Esta crisis se refleja en la especulación bancaria, en la so- bre-producción, en la pérdida de derechos de los trabaja- dores y en su baja calidad de vida, en el incremento del monopolio de los grandes emporios empresariales y en el constante asedio de las pequeñas y medianas empresas; en la privatización de los servicios que el Estado debería de cubrir, como la educación, la seguridad social, la salud, las pensiones, el transporte, la comunicación, la infraestructura de las colonias, etc. Esto sucede así porque, como menta Lenin retomando a Kautsky, “[…] si el Estado es un producto del carácter irre- conciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que “se divorcia cada vez más de la sociedad”, es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel divorcio”. 1 Sin embargo, el Estado ha encontrado sus mecanismos para imponerse como principio necesario de la democracia, justificar al capitalismo como la única vía de desarrollo y beneficiar a los poderosos, para lo cual “La república de- mocrática es la mejor envoltura política de que puede re- 1 18 Autarquía vestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar […] esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su Poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de persona, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este Poder.” 2 Luis Villoro considera que, “[...] el Estado moderno viene a quedar entronizado como una comunidad exclusiva, como una sociedad humana per- fecta en sí que no admite ser parte de una sociedad mayor, ni quiere ―y legalmente no puede ignorar― la existencia de otras sociedades humanas al lado […]. Ante la ley todos los individuos se uniforman. Nadie tiene derecho a ser di- ferente. El nuevo Estado establece la homogeneidad en una sociedad heterogénea [...] está conformado por individuos iguales entre sí, sometidos a una regulación homogénea [...] no reconoce comunidades históricas previamente exis- tentes; parte desde cero, del estado de naturaleza, y consti- tuye una nueva realidad política”. 3 La contradicción actual del Estado radica en que, lejos de buscar uniformar a la sociedad, ha perdido el interés de intentar garantizar los derechos humanos básicos y se ha empeñado en sumergir a la mayoría de los mexicanos en el desamparo total; de ello se desprende que no es el hom- bre sino el Estado el que se ha convertido en el lobo del hombre. El Leviatán de Hobbes, o sea el Estado, ha sido quien, sistemáticamente, nos ha sumergido en un estado de guerra, en un estado de naturaleza y de barbarie con la más V. I. Lenin, El Estado y la Revolución: La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, 1966a ed. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1975, p. 9. 2 V. I. Lenin, op. cit., p. 16.