Política
La Miseria
del Estado
La realidad que se vive en México es una crisis de Estado,
aunque se le ha llamado de muchas maneras: ausencia de
Estado, crisis institucional, narco-Estado, Estado fallido.
Esta crisis se refleja en la especulación bancaria, en la so-
bre-producción, en la pérdida de derechos de los trabaja-
dores y en su baja calidad de vida, en el incremento del
monopolio de los grandes emporios empresariales y en el
constante asedio de las pequeñas y medianas empresas; en
la privatización de los servicios que el Estado debería de
cubrir, como la educación, la seguridad social, la salud, las
pensiones, el transporte, la comunicación, la infraestructura
de las colonias, etc.
Esto sucede así porque, como menta Lenin retomando a
Kautsky, “[…] si el Estado es un producto del carácter irre-
conciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza
que está por encima de la sociedad y que “se divorcia cada
vez más de la sociedad”, es evidente que la liberación de
la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución
violenta, sino también sin la destrucción del aparato del
Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y
en el que toma cuerpo aquel divorcio”. 1
Sin embargo, el Estado ha encontrado sus mecanismos
para imponerse como principio necesario de la democracia,
justificar al capitalismo como la única vía de desarrollo y
beneficiar a los poderosos, para lo cual “La república de-
mocrática es la mejor envoltura política de que puede re-
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Autarquía
vestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar
[…] esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su
Poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio
de persona, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la
república democrática burguesa, hace vacilar este Poder.” 2
Luis Villoro considera que,
“[...] el Estado moderno viene a quedar entronizado como
una comunidad exclusiva, como una sociedad humana per-
fecta en sí que no admite ser parte de una sociedad mayor,
ni quiere ―y legalmente no puede ignorar― la existencia
de otras sociedades humanas al lado […]. Ante la ley todos
los individuos se uniforman. Nadie tiene derecho a ser di-
ferente. El nuevo Estado establece la homogeneidad en una
sociedad heterogénea [...] está conformado por individuos
iguales entre sí, sometidos a una regulación homogénea
[...] no reconoce comunidades históricas previamente exis-
tentes; parte desde cero, del estado de naturaleza, y consti-
tuye una nueva realidad política”. 3
La contradicción actual del Estado radica en que, lejos
de buscar uniformar a la sociedad, ha perdido el interés de
intentar garantizar los derechos humanos básicos y se ha
empeñado en sumergir a la mayoría de los mexicanos en
el desamparo total; de ello se desprende que no es el hom-
bre sino el Estado el que se ha convertido en el lobo del
hombre. El Leviatán de Hobbes, o sea el Estado, ha sido
quien, sistemáticamente, nos ha sumergido en un estado de
guerra, en un estado de naturaleza y de barbarie con la más
V. I. Lenin, El Estado y la Revolución: La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, 1966a ed.
Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1975, p. 9.
2
V. I. Lenin, op. cit., p. 16.