“ La violencia y la impunidad se han ido introduciendo en el espacio público , logrando que las instituciones ya no sean ningún garante de respuestas , ni de diálogo y mucho menos de justicia ”. datan desde el principio de lo humano , posibilitando a los familiares y amigos del difunto realizar un duelo a través de la tumba y la presencia simbólica ( y real ) del cuerpo . Es la “ habitación privilegiada que habilita la despedida ” 3 , ya que cuando el nombre de aquel que muere es inscrito en la lápida o urna junto con sus restos , se tiene la certeza de que fue un individuo que transitó por el mundo , que nació y murió , es decir , que perteneció a la historia , tuvo la propia y puede ser nombrado por otros para recordarse . La “ desaparición ”, esta nueva forma de guerra pasiva , de estado de excepción , no permite tener víctimas de un delito , por lo que éste también queda flotando en un limbo inaccesible a lo penal . A la posibilidad del duelo le pasa lo mismo , ya que la esperanza de que los sujetos vuelvan vivos algún día subsiste en la imaginación de los familiares . La no-presentación de sus cuerpos deja en suspenso la certeza de su muerte , y como Flavio Meléndez menciona , en ausencia de estas condiciones , la realización de un duelo queda casi excluida , interrogándose incluso si la expresión “ estar de duelo ” es adecuada ante estas circunstancias . No puedo ni siquiera imaginar el dolor de los familiares y seres queridos de Jorge , Marco y Daniel , ni de los tantos miles de desaparecidos que no han sido nombrados en México y que aún alguien espera encontrar . Ojalá que el peligro como una forma cotidiana de vivir no se torne en algo normal , y que sepamos encontrar nuevas maneras de replantear nuestros vínculos sociales e institucionales , además de exigir cuentas a aquellos que son intocables . Que nuestra subjetividad , nuestro deseo y nuestra voz no queden diluidas también en un mundo donde lo único que vale es aquello que produce un valor y un producto . Poder identificarnos y reconocernos a través del otro sigue siendo aún la mayor herramienta de la dignidad humana que ninguna institución puede quitarnos . ▪
Ilustración por : Julieta Alvarado
“ La violencia y la impunidad se han ido introduciendo en el espacio público , logrando que las instituciones ya no sean ningún garante de respuestas , ni de diálogo y mucho menos de justicia ”. datan desde el principio de lo humano , posibilitando a los familiares y amigos del difunto realizar un duelo a través de la tumba y la presencia simbólica ( y real ) del cuerpo . Es la “ habitación privilegiada que habilita la despedida ” 3 , ya que cuando el nombre de aquel que muere es inscrito en la lápida o urna junto con sus restos , se tiene la certeza de que fue un individuo que transitó por el mundo , que nació y murió , es decir , que perteneció a la historia , tuvo la propia y puede ser nombrado por otros para recordarse . La “ desaparición ”, esta nueva forma de guerra pasiva , de estado de excepción , no permite tener víctimas de un delito , por lo que éste también queda flotando en un limbo inaccesible a lo penal . A la posibilidad del duelo le pasa lo mismo , ya que la esperanza de que los sujetos vuelvan vivos algún día subsiste en la imaginación de los familiares . La no-presentación de sus cuerpos deja en suspenso la certeza de su muerte , y como Flavio Meléndez menciona , en ausencia de estas condiciones , la realización de un duelo queda casi excluida , interrogándose incluso si la expresión “ estar de duelo ” es adecuada ante estas circunstancias . No puedo ni siquiera imaginar el dolor de los familiares y seres queridos de Jorge , Marco y Daniel , ni de los tantos miles de desaparecidos que no han sido nombrados en México y que aún alguien espera encontrar . Ojalá que el peligro como una forma cotidiana de vivir no se torne en algo normal , y que sepamos encontrar nuevas maneras de replantear nuestros vínculos sociales e institucionales , además de exigir cuentas a aquellos que son intocables . Que nuestra subjetividad , nuestro deseo y nuestra voz no queden diluidas también en un mundo donde lo único que vale es aquello que produce un valor y un producto . Poder identificarnos y reconocernos a través del otro sigue siendo aún la mayor herramienta de la dignidad humana que ninguna institución puede quitarnos . ▪
Julieta Alvarado
2
Adriana Cavarero , Horrorismo . Nombrando la violencia contemporánea , Antrophos , Barcelona , 2009 , p . 32 .
3
Helí Morales , Violencia de estado : exilio y desaparición forzada . Sexualidad y lazos sociales , Letra Viva , Buenos Aires , 2018 , p . 21 .
Autarquía 15