Ilustración por: Julieta Alvarado
LA CEGUERA DEL
DINOSAURIO
Juego de escupitajos, su fársico movimiento de ola ebria, idiota cuello lar-
go atolondra su cumbre de azotea, resquebrajada y despintada suda cal del
esfuerzo.
Algarabía de ganchos, picnic de aros y plástico sujetan los calzones que de
árbitro insignia, burla cabal de puntería.
Lluvia inmunda horizontal, Guadalajara no atina, lanza su ejército, que de
hormigas y peones, inútil reclamo de puntaje, nada más fútil que sus zánganos
o que la reina. Bruto peón de Tonalá, jugada magistral de corselucho brillante,
que vence y ríe de la calandria enraizada de impotencia.
Desesperados ya tus reyes Guadalajara, estrategias bestias y opacas.
Desde la casilla llora su derrota, zanate de mal agüero vuela imperando
como ibis egipcio sin mensaje alguno.
Audiovisual triste, edificio tenebroso, venganza acecha lanzando bengalas,
con bengalas blancas, cortos, medios y largos. Negra maquina reveladora,
vigilante buzo, cual zona abisal, tú conociste la noche antes que al día, esca-
fandra avanzada, implosión que descubre y revienta.
Qué ácido escupitajo Tonalá, mortífero atomizador, tortuoso electo. Qué
onírico viento, qué pasillos rabiosos.
Qué alucinante juego de metales, tenderetes de escaparates, nudos por deba-
jo, corbata arreglada, cual juego inventado.▪
Fernando Sarabia
Autarquía
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