Ilustración por: Oliver Pendragon
El pensamiento contemporáneo en general está en un
punto en el que le ha sido posible asimilar una concep-
ción del mundo donde todo se juega en una perspectiva:
mejor o peor, pero con una renuncia al absoluto. Esto, en-
tendido de una manera simplista, suele apuntar siempre
al «nihilismo» en un sentido peyorativo; pues se piensa
que no hay posibilidad de sentido alguno. No es que esto
sea mentira, pero llevando esa idea más allá de un primer
momento, encontramos que ahí no estamos nosotros.
Es decir, no hay constitución de una identidad, de un sen-
tido en cuanto capacidad de acción, de vínculo –aunque
sea interpretativo– con el otro.
Hay cuatro formas de hacer referencia a una forma de
crear discursos en el que no hay clausura, donde lo que se
hace es abrir posibilidades, no cerrarlas; donde lo que se
hace es dispersar, no concentrar.