Autarquía Cuarto número | Page 17

Foto por: Antonio Champs El argumento es el siguiente: para que exista libertad se necesitan dos perso- nas, porque si las dos son libres, tal noción de libertad no podría ser ni concebi- do en el pensamiento, entonces para que nazca el concepto hay que practicarlo (oprimido/libre), ahí surge una definición de opuestos. La dualidad libre/oprimido implica que el libre oprima. También se puede dar el caso de que el oprimido no se dé cuenta de la condición en la que se está. Si es así, el opresor tiene que ser consciente de que está oprimiendo. Podemos interpretar que los oprimidos son la clase obrera, los que no tienen recursos -como dije, la libertad en nuestro mundo necesita de recursos-. Es común que el trabajador se promulgue libre a sí mismo, no es de extrañarse, pues el opre- sor tiende a hacerle pensar que vive en un país libre donde puede hacer y deshacer. El opresor no sólo atenta contra la libertad, sino también contra la verdad, a través del engaño. El opresor es aquella persona que busca los recur- sos para su libertad. El peligro está en que si me rijo por este comportamiento, puedo llegar a pensar que los recursos son el capital –en cualquiera de sus acepciones-, el poder y las personas. Para que el opresor consiga su libertad lo tiene que hacer a costa de la libertad de muchas otras personas, estén de acuerdo, se les tiene que hacer creer en su propia li- bertad. Esta creencia fácilmente puede ser derrum- bada. Por ejemplo, el oprimido y el opresor quieren tomarse unas vacaciones en Fiji y solamente uno puede hacerlo, el otro tiene que producir los recur- sos para que el primero convierta su deseo en acto. En este caso, el oprimido se ve privado de su liber- tad debido a su trabajo, porque necesita de su salario para su subsistencia. Su libertad está siendo recorta- da. Claramente se puede decir que el oprimido puede dejar su trabajo en el momento que lo desee, pero el engaño está en que esto no es así. Al menos en mí país conseguir un trabajo va más allá de quererlo o no. No es que lo quiera, es que lo necesito. No estoy ejerciendo mi libertad porque no estoy decidiendo voluntariamente que lo quiero, sino que estoy obliga- do a conseguirlo para sobrevivir. Si dejo mi trabajo, no tengo los recursos siquiera para sobrevivir. Creo que la idea de que la libertad es una ilusión cons- truida por el opresor sobre el oprimido, está clara. La libertad implica decisión, no podemos pensar la libertad en sentido pleno. Es, en cierta forma, es- tar consciente del toma y daka constante que pa- rece serle inherente a la vida. No podemos obtener algo sin dejar algo a cambio. Le doy mi atención a un objeto dejando de atender a otro, dedico mi tiempo haciendo algo pero al mismo tiempo es- toy dejando de realizar otras cosas. Tú estás leyen- do esto dejando de hacer alguna otra actividad. Se puede entender la libertad en términos de actividad, lo que hago y dejo de hacer, lo que tomo y lo que dejo. Añadiendo esta idea a la definición que vamos construyendo, la libertad consistiría en concienti- zar lo que estoy tomando y lo que estoy dejando. ▪ David Plata Autarquía 17