Foto por: Antonio Champs
El argumento es el siguiente: para que exista libertad se necesitan dos perso-
nas, porque si las dos son libres, tal noción de libertad no podría ser ni concebi-
do en el pensamiento, entonces para que nazca el concepto hay que practicarlo
(oprimido/libre), ahí surge una definición de opuestos.
La dualidad libre/oprimido implica que el libre oprima. También se puede dar
el caso de que el oprimido no se dé cuenta de la condición en la que se está.
Si es así, el opresor tiene que ser consciente de que está oprimiendo. Podemos
interpretar que los oprimidos son la clase obrera, los que no tienen recursos
-como dije, la libertad en nuestro mundo necesita de recursos-. Es común que
el trabajador se promulgue libre a sí mismo, no es de extrañarse, pues el opre-
sor tiende a hacerle pensar que vive en un país libre donde puede hacer y
deshacer. El opresor no sólo atenta contra la libertad, sino también contra la
verdad, a través del engaño. El opresor es aquella persona que busca los recur-
sos para su libertad. El peligro está en que si me rijo por este comportamiento,
puedo llegar a pensar que los recursos son el capital –en cualquiera de sus
acepciones-, el poder y las personas. Para que el opresor consiga su libertad
lo tiene que hacer a costa de la libertad de muchas otras personas, estén de
acuerdo, se les tiene que hacer creer en su propia li-
bertad. Esta creencia fácilmente puede ser derrum-
bada. Por ejemplo, el oprimido y el opresor quieren
tomarse unas vacaciones en Fiji y solamente uno
puede hacerlo, el otro tiene que producir los recur-
sos para que el primero convierta su deseo en acto.
En este caso, el oprimido se ve privado de su liber-
tad debido a su trabajo, porque necesita de su salario
para su subsistencia. Su libertad está siendo recorta-
da. Claramente se puede decir que el oprimido puede
dejar su trabajo en el momento que lo desee, pero el
engaño está en que esto no es así. Al menos en mí
país conseguir un trabajo va más allá de quererlo o
no. No es que lo quiera, es que lo necesito. No estoy
ejerciendo mi libertad porque no estoy decidiendo
voluntariamente que lo quiero, sino que estoy obliga-
do a conseguirlo para sobrevivir. Si dejo mi trabajo,
no tengo los recursos siquiera para sobrevivir. Creo
que la idea de que la libertad es una ilusión cons-
truida por el opresor sobre el oprimido, está clara.
La libertad implica decisión, no podemos pensar la
libertad en sentido pleno. Es, en cierta forma, es-
tar consciente del toma y daka constante que pa-
rece serle inherente a la vida. No podemos obtener
algo sin dejar algo a cambio. Le doy mi atención
a un objeto dejando de atender a otro, dedico mi
tiempo haciendo algo pero al mismo tiempo es-
toy dejando de realizar otras cosas. Tú estás leyen-
do esto dejando de hacer alguna otra actividad. Se
puede entender la libertad en términos de actividad,
lo que hago y dejo de hacer, lo que tomo y lo que
dejo. Añadiendo esta idea a la definición que vamos
construyendo, la libertad consistiría en concienti-
zar lo que estoy tomando y lo que estoy dejando. ▪
David Plata
Autarquía
17