Autarquía Cuarto número | Page 16

Social
Salimos de donde estamos solamente en el tiempo marcado por un calendario que nosotros no decidimos seguir, simplemente nos fue dado. No elegimos vivir en una república ni somos abiertamente capaces de decidirlo. No somos libres de mudarnos de país cuando queramos, al menos no la gran mayoría de nosotros, porque necesitamos recursos. Tenemos responsabilidades que cumplir. Tendríamos que liberarnos de nuestros apegos emocionales y culturales. Estamos encadenados a un aparato social, a personas, a una institución, a leyes. ¿ La libertad sería elegir nuestras propias cadenas? Si bien es cierto que estamos condicionados por todas estas cuestiones, no estamos determinados, el humano – promedio- por naturaleza está dotado de voluntad y de libre albedrío. Creo que la verdadera libertad es ser consciente de la jaula en la que nos encontramos y aceptarla voluntariamente, o negarla y rechazarla voluntariamente, haciéndose cargo de las consecuencias. Al parecer, vivir libre es tomar tus propias decisiones, es usar tu voluntad, asumiendo lo que tienes y lo que careces.
Aquí entra la cuestión: la sociedad nos condiciona abasteciéndonos de creencias, e inevitablemente actuamos con fines de acuerdo a nuestras creencias. Pero estas creencias están moldeadas por nuestras vivencias que, en cierto modo, no elegimos. Podemos relacionar nuestras creencias con nuestras circunstancias, tales como las que nos brinda la sociedad en la que nacemos( occidental, oriental, capitalista); siendo así, nuestras creencias, que rigen nuestros actos, provendrían de la interiorización de tal sociedad en nuestra conciencia. Responsabilizar porque ciertamente la conducta del individuo está condicionada por sus circunstancias. Podríamos llegar a pensar que quien puede juzgar las acciones de un individuo es la sociedad en la que éste se desarrolla, porque es la sociedad la que asume el papel de dictarle lo correcto y lo incorrecto, pero hacer esto sería atentar contra la libertad del individuo limitándolo a solamente actuar conforme a su sociedad. Aquí estaríamos recortando su libertad, porque la libertad para ser, es necesario que sea plena. No es posible una libertad limitada. No hay libertades a medias.
Se puede pensar que nacemos con libre albedrío pero que jamás lo llegamos a practicar de manera absoluta, a menos que usándolo, aceptemos los límites que la sociedad nos impone. Por esto es que la sociología se desarrolló como la‘ ciencia de la falta de libertad’; se proponía descubrir por qué si los individuos nacemos con libre albedrío, actuamos de manera similar y nuestros actos son predecibles. Si bien es cierto que este condicionamiento social disminuye nuestra libertad, también nos la otorga; en caso de carecer de sociedad, no podríamos siquiera vivir, mucho menos alcanzar a concebir el concepto de‘ libertad’, menos aún reflexionar en torno a dicho concepto.
Los humanos somos seres sociales y por tanto necesitamos de una sociedad para sobrevivir. Paradójicamente, aunque se piense que la libertad plena sería estar solo, para que uno sea libre se necesita de otro, se necesita un mínimo de dos seres humanos; para que uno de ellos sea libre el otro tiene que estar en condición de opresión.
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