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Marx y Nietzsche

Era agosto de 1870. Un mes antes, había estallado la guerra entre Francia y Prusia. Luis Bonaparte, el pequeño emperador, en su estúpida ambición por recuperar territorios otrora franceses, lanzaba sus ejércitos contra el imperio prusiano y, en respuesta, el rey Guillermo de Prusia, lanzó los suyos contra Francia, en un acto supuesta y meramente defensivo. Todavía entonces, los ejércitos, que estaban conformados por los pueblos, tenían que matarse por sus emperadores. La guerra se recibió con beneplácito por los jóvenes de la clase media alemana, imbuidos de ese patriotismo extremo que, en lo inmediato, fue bien aprovechado por el gobierno prusiano para convertir la defensa en una guerra de conquista contra Francia. Sin embargo, la guerra no fue bien recibida entre las demás clases sociales; los obreros de Francia y de Alemania, que fueron la carne de cañón de la guerra, se pronunciaron contra ésta, en apoyo a la República en Francia y a la paz, dirigidos por la Asociación Internacional de los Trabajadores, al frente de la cual se encontraba Karl Marx, quien levantó la voz de los pueblos frente a la de los emperadores. En efecto, Marx dirigió sus esfuerzos – y los de la Asociación Internacional – contra la guerra, pero, también, contra la filosofía que alimentaba la guerra, contra la filosofía que daba lugar al patriotismo extremo de los alemanes, manifiesto en una fe supersticiosa en el Estado; concepción según la cual, el Estado es la“ realización de la idea”, o sea,“ el reino de Dios en la tierra, el campo en que se hacen o deben hacerse realidad la eterna verdad y la eterna justicia”.
He querido retratar este ambiente, este conflicto que va desde lo militar a lo filosófico, porque es la fragua en que Friedrich Nietzsche, dio origen al nihilismo. En ese mismo mes de agosto de 1870, Nietzsche, joven de 27 años de edad, buscó alistarse en las filas del ejército prusiano; no logró ser puesto como combatiente, sino como camillero, y su precaria salud le permitió estar no más de un mes en el campo de batalla, pero su
Foto por: José Antonio Lama
afán era el mismo que he descrito al referirme a la clase media nacionalista de Prusia. En esa época, el pensamiento filosófico de Nietzsche aún no está conformado, pero se adivina ya en su actitud frente a la guerra. En cambio, el pensamiento de Marx, quien para entonces tenía 52 años de edad, estaba plenamente desarrollado y conformaba una completa doctrina filosófica, tal, que ya era reconocido en el mundo como padre del comunismo y del materialismo histórico y dialéctico.
Así, podemos observar que, en el tiempo, el desarrollo del marxismo precedió al del nihilismo; pero el último, no superó al primero, tampoco retomó, ni mucho menos desarrolló, ninguno de los postulados marxistas. El día de hoy, algunos autores suponen que existen puntos coincidentes entre el marxismo y el nihilismo, o entre Marx y Nietzsche. Por ejemplo, en 1965, Paul Ricoeur los imagina precursores de lo que llamó la Escuela de la sospecha, por coincidir en que la conciencia“ en su conjunto”, es una conciencia falsa. Sin embargo, creo que son más las diferencias que las coincidencias entre ambas doctrinas filosóficas, e incluso, me atrevo a afirmar que no puede haber marxismo nihilista, como tampoco nihilismo marxista. Podrá haber, sí, quienes adopten algo de una y algo de otra, para una misma sopa; pero eso es simple y vulgar eclecticismo. Por mi parte, trataré de explicar, someramente y acaso las más relevantes coincidencias y diferencias, entre el marxismo y el nihilismo.
Jorge Palafox
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