Auschwitz, el matadero de la historia AUSCHWITZ revista | Page 69

[69] destrucción física del enemigo, empezando por las cámaras de gas y terminando por la incineración de los cadáveres. En una palabra, Hoss me gustaba, aunque sólo fuera por su aspecto físico. En mi opinión, tenía el mérito de distinguirse entre tantos oficiales de las SS tan imbuidos en un ambiente mundano. Estaba acostumbrado a vestir su guerrera de simple soldado... Cuando iba a verlo, subíamos al coche y nos dirigíamos a una esquina del campo. Höss me mostraba las nuevas construcciones e instalaciones y me contaba las dificultades que tenía. Su casa privada estaba dentro del recinto del campo. Era amplia, con cinco o seis habitaciones, y con él vivía su familia. Tenía tres o cuatro hijos. Las habitaciones, con mobiliario de madera corriente, eran, según el estilo de los SS, pulidas y modestas, pero cómodas y agradables. Höss era de mediana estatura y buena complexión, reservado y poco locuaz. Pertenecía a ese tipo de personas que yo llamaría 'huraños'. A veces era imposible arrancarle una palabra. No tenía ningún vicio y bebía poquísimo". Extracto de una charla dada por H. Himmler a unos 100 jefes de la SS en Posen (Polonia ocupada) el 4 de octubre de 1943. "Es absolutamente incorrecto proyectar nuestra propia alma inofensiva con sus profundos sentimientos, nuestra compasión, nuestro idealismo, sobre la gente extranjera. Esto es cierto, comenzando por Herder, que debía de haber estado borracho cuando escribió las "Voces de la Gente", trayendo, de tal modo, semejante sufrimiento y miseria inconmensurables sobre nosotros, que vinimos después de él. Esto es verdad, comenzando por los checos y los eslovacos, a quienes trajimos su sentido de la nacionalidad. Ellos mismos eran incapaces de ello, pero nosotros lo inventamos para ellos.Un principio debe ser absoluto para el hombre SS: debemos ser honestos, decentes, leales y amistosos con los miembros de nuestra sangre y con ningunos otros. Qué sucede a los rusos, qué sucede a los checos, es una cuestión de completa indiferencia para mí. Tal buena sangre de nuestra propia clase como allí, puede estar entre las naciones que adquiriremos para nosotros mismos, en