Auschwitz, el matadero de la historia AUSCHWITZ revista | Page 60
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Fiscal: "¿En Auschwitz no se produjeron nunca intentos de motín o de
revueltas entre los condenados a las cámaras de gas?".
Höss: "No. Hubo algo, pero nada grave. En la primavera de 1942 se
transportaba a unos judíos desde el andén de la estación hasta la fábrica, el
bunker 1, a través de los prados donde más tarde se levantaría el sector 2.
La columna era guiada por Aumeier y Palitzsky y por algunos jefes de
bloque. Estos últimos solían hablar de cualquier tema con los judíos,
preguntándoles sobre sus actividades y profesiones, afín de vencer cualquier
sospecha. Al llegar al bunker se les ordenó desnudarse. Los primeros
entraron tranquilamente en los locales donde suponían iban a ser
desinfectados, pero pronto algunos dieron la voz de alarma y empezaron a
hablar del gas y de exterminio. De repente se creó una atmósfera de pánico,
pero, rápidamente, se les introdujo en las cámaras y se cerraron las puertas.
En los transportes siguientes se procedió a aislar a tiempo a los elementos
más intranquilos, para poder mantenerlos vigilados. Si se producía algún
desorden, se conducían a los individuos más alborotadores tras el edificio,
sin que nadie se percatase, y allí eran ejecutados con armas cortas para que
los demás no se enterasen de nada".
Fiscal: "¿Cuál era la misión del Sonderkommando?".
Höss: "Era de vital importancia que toda la operación de la llegada y
preparación tuviese lugar en total calma, y que no hubiese ni gritos ni
excitación. Si alguien se negaba a desnudarse, debían intervenir para
ayudarlo otros que ya lo habían hecho o los del Sonderkommando. Los más
obstinados eran tranquilizados y persuadidos con buenas maneras. Los
prisioneros del Sonderkommando procuraban también que la operación se
realizase con la mayor rapidez, para que las víctimas no tuvieran tiempo de
meditar acerca de lo que les iba a suceder".
Fiscal: "¿Y por qué se recurría a los Sonderkommandos?".
Höss: "Por medidas de seguridad. Dado que los deportados no tenían
ninguna confianza en los SS, se esperaba que tendrían más tranquilidad
con gente de su propia raza (además, los Sonderkommandos estaban
compuestos por judíos procedentes de la región donde se realizaban las