Auschwitz, el matadero de la historia AUSCHWITZ revista | Page 61

[61] deportaciones). Los deportados hacían preguntas sobre la vida en el campo y obtenían informaciones sobre conocidos o familiares que habían llegado en transportes anteriores. Era muy interesante la capacidad que los judíos delSonderkommando tenían para mentir, y los enfáticos gestos con que subrayaban sus palabras". Fiscal: "¿Y por qué muchas mujeres, al llegar al campo, trataban de esconder a sus hijos entre el equipaje?". Höss: "Los hombres del Sonderkommando mantenían una vigilancia especial en este punto y prodigaban palabras de aliento para persuadir a las mujeres de que mantuvieran a sus hijos con ellas. Las mujeres creían que la desinfección sería nociva para los niños y por ello los escondían. Los más pequeños lloraban, impresionados al ver cómo se desnudaban todos, pero las madres o los del Sonderkommando les hablaban dulcemente hasta que entraban en las cámaras de gas, jugando entre ellos y llevando sus juguetes. Vi algunas mujeres que intuían o sabían lo que les esperaba y que, con el terror de la muerte en los ojos, sacaban fuerzas de flaqueza para jugar con sus hijos y animales". Fiscal: "¿Y no le daban pena estos niños?". Höss: "Por supuesto, pero era nuestro deber, nuestra obligación, y no podíamos transgredir la orden recibida. Recuerdo una ocasión en que una mujer se me acercó, me señaló hacia sus cuatro hijos, que ayudaban a los más pequeños a atravesar un descampado, y me susurró al oído: '¿Cómo tiene valor para matar a estos niños? ¿Es que no tiene corazón?'. "Otra vez, un viejo que pasó a mi lado me dijo en voz baja: 'Alemania pagará muy caro este asesinato en masa del pueblo judío'. Sus ojos revelaban su miedo, pero entró valerosamente en la cámara de gas, sin decir nada a los demás. Pero lo que más me impresionó fue una mujer joven que se afanaba en ayudar a los niños y a las ancianas a desnudarse, yendo de un lado a otro. Durante la selección la había visto con sus dos hijos y me había llamado la atención su actividad y su aspecto. No parecía una judía. Sus hijos ya no estaban con ella. Esperó hasta el final, ayudando a desvestirse a las mujeres que tenían varios hijos, animándolas y calmando a los niños. Al entrar en la cámara se detuvo y me dijo: 'Sabía desde el principio que nos matarían en Auschwitz.