la imaginación y la propuesta de otro futuro posible sabe mucho la socialdemocracia
europea actual.
Desde esta perspectiva, los movimientos
sociales actúan a la manera de una horma,
ensanchando el espacio cultural de las
sociedades, mostrando las radicales
insuficiencias derivadas de la "cultura
normal", del marco cultural dominante, que
llegado un determinado momento se
convierte en obstáculo para descubrir y
aprovechar las posibilidades de
transformación contenidas en la realidad. La
tarea fundamental de los movimientos sociales es, por tanto, la de dar lugar al nacimiento
de nuevos marcos dominantes de protesta: un conjunto de nuevas ideas que legitiman la
crítica social y llegan a ser compartidas por una amplia variedad de personas y colectivos.
En esta tarea es fundamental la capacidad de los
“El movimiento genera
movimientos sociales de imaginar futuros posibles:
una situación en la que
"Imaginar una alternativa para el presente es el
se elige entre lo que
elemento utópico que está presente en todos los
hasta el momento se ha
movimientos sociales. Estos se convierten en
aceptado o impuesto y
instancias que promueven o rechazan cambios de
lo que ahora se concibe
carácter general antes que individual. El movimiento
como inaceptable. Lo
genera una situación en la que se elige entre lo que
que puede haber sido
hasta el momento se ha aceptado o impuesto y lo que
impensable, ahora es
ahora se concibe como inaceptable. Lo que puede
pensable y posible”
haber sido impensable, ahora es pensable y posible"
(Gusfield). De esta manera, rompen la apariencia de normalidad/naturalidad del orden
social y proponen otra forma de mirar/concebir ese orden social, explicitando sus
contradicciones, sus riesgos, sus debilidades. Son la mirada que permite descubrir y
explicitar la desnudez del Emperador.
Y en esta tarea caben pocas dudas respecto a la aportación realizada por la movilización
social en España en los últimos años. No hay prácticamente ningún tema novedoso que
se haya incorporado a la agenda política de partidos, instituciones y opinión pública en
general, que no proceda de la reivindicación de diversos movimientos sociales,
empezando por “Democracia Real Ya” o la “Plataforma de Afectados por la Hipoteca”,
continuando por diversas iniciativas y redes de economía social y solidaria, las distintas
mareas en defensa del Estado de bienestar, pero incluso por la vía del liderazgo
ciudadano en la reivindicación soberanista en Cataluña o de las críticas de asociaciones
de víctimas del terrorismo tras la derogación de la doctrina Parot. De haberla, la
innovación política en la democracia española no se está produciendo en las grandes
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