Argumentos Socialistas Nº 4 Enero 2014 | Page 31

amplitud de esa definición la vuelve difícilmente operacionalizable. Por mi parte, en esta breve reflexión propongo que nos fijemos no tanto en la caracterización precisa de los que pueden considerarse movimientos sociales en la España de hoy, cuanto en el tipo de proceso de cambio social que estos movimientos (o movidas, o movilizaciones) están contribuyendo a impulsar. ¿CUÁNTA REALIDAD “POSIBLE” CABE EN UNA REALIDAD DADA? Parto de la base de que las principales limitaciones para la construcción de una alternativa progresista en España y en Europa tienen hoy menos que ver con la dimensión del poder que con la de la hegemonía. En algún momento de los próximos años España volverá a estar gobernada por la socialdemocracia, pero ¿con qué programa de gobierno? La estructura dominante de finalidades de las sociedades más desarrolladas, tanto en su encarnación neoliberal (representada por el paradigma thatcheriano TINA: There Is No Alternative), como en esa versión soft de una socialdemocracia reducida a “utopía racional” (Vargas Machuca y Quintanilla), ha acabado por generar un imaginario político que sólo aspira a gestionar lo existente, entendiendo por tal aquello que hemos conocido durante décadas: gestionar “esta” Constitución, “esta” Unión Europea, “esta” economía de mercado, “esta” democracia representativa… Hay diferencias entre una perspectiva y otra, claro que sí; como escribió El Roto en una de sus viñetas, “la izquierda y la derecha parecen iguales, hasta que las ves de cerca”. Pero en un marco de interpretación de la realidad que reduce tanto la distancia entre el espacio del presente y el horizonte de proyecto, que apenas si deja resquicios para imaginar un futuro posible que no sea mera prolongación de lo existente, tales diferencias son cada vez más coyunturales que estructurales: tienen que ver con la distinta gestión de “lo posible” (distribuyendo de maneras bien distintas costes, cargas y ventajas), pero no tanto con la distinta capacidad de proyectarse hacia el mañana. Es en esta situación en la que la aportación de los movimientos sociales se vuelve esencial. Es habitual analizar los movimientos sociales desde el modelo teórico denominado estructura de oportunidad política (Tarrow), que viene a sostener que a la hora de explicar la eclosión de reivindicaciones y protestas ciudadanas, resulta fundamental tener en cuenta las transformaciones, conflictos y quiebras que se producen en el contexto político de las sociedades, transformaciones que son, en el fondo, las que permiten que tales protestas tengan garantía de éxito. Las revoluciones y movimientos sociales surgen en respuesta a la expansión de las oportunidades políticas de que puede disponer un grupo social para desencadenar una acción colectiva, de manera que los movimientos, más que 31