A FONDO
MOVIMIENTOS SOCIALES Y ALTERNATIVAS DE
SOCIEDAD
Imanol Zubero
Universidad del País Vasco/
Euskal Herriko Unibertsitatea
Acampadas, mareas, encierros, manifestaciones, okupaciones, concentraciones,
sentadas, escraches: desde hace dos años España vive una agitación social permanente
y sostenida. Según datos recopilados por las distintas delegaciones del Gobierno, si en
2004 se registraron 10.568 manifestaciones o concentraciones, en 2008 se contabilizaron
16.118, en 2010 unas 20.000, número parecido a las de 2011, hasta alcanzar en 2012 las
44.233. Ante este panorama, un periódico (muy) conservador publicaba recientemente un
informe que empezaba así: “Manifestarse en España se ha convertido en los últimos años
en una especie de costumbre que lleva todas las semanas a la calle a miles de españoles
por diferentes motivos, aunque los principales suelen ser los relacionados con el empleo,
la crisis y los políticos”. Caben pocas dudas de que la nueva Ley de Seguridad Ciudadana
del Gobierno de Rajoy es una reacción autoritaria ante esta situación: al tiempo que con
su política económica crea las situaciones que impulsan esta conflictividad, criminaliza a
quienes expresan en la calle su malestar.
Agitación sí, pero, ¿de qué tipo? Desde una perspectiva progresista es lógico preguntarse
por la naturaleza de estas expresiones de protesta social y por su potencial, no ya de
agitación, sino de construcción de una alternativa política a la deriva antidemocrática y
austericida del último lustro. ¿Son sólo movilizaciones, se trata de movimientos o no
pasan de movidas? Hace casi tres décadas el politólogo Joachim Raschke advertía de la
dificu