Argumentos Socialistas Nº 3 Noviembre - Diciembre 2013 | Page 12
exterior y la desconfianza de los acreedores.
Si la política económica se concentrara en lograr la mayor moderación posible de precios,
para alcanzar una situación lo más cercana posible a la estabilidad de los mismos
(inflación próxima a cero), sería posible articular una política de rentas en la que los
salarios reales crecieran como la productividad, lo que permitiría lograr simultáneamente
un moderado crecimiento de los salarios reales, lo que sostendría el consumo, y una
mejora de los costes laborales unitarios (que, al descontar de la subida salarial el
crecimiento de la productividad, resultarían negativos) lo que mejoraría la competitividad.
Los resultados podrían ser sustancialmente mejores que la DS porque compatibilizarían el
crecimiento de la demanda externa con el sostenimiento de la interna y no se produciría ni
pérdida de salarios ni transferencia de rentas de estos hacia los beneficios empresariales.
Naturalmente, los economistas señalados antes aseguran que no es posible actuar sobre
los precios. Sí sobre los salarios, no sobre los precios. Se ha desarrollado todo un arsenal
de medidas para desarbolar el mercado de trabajo y devaluar los salarios, pero, lástima,
no es posible encontrar medidas para moderar los precios y controlar el comportamiento
tradicionalmente más inflacionista de empresas y mercados en España respecto a los
países de nuestro entorno. Sobre todo si no se quieren buscar. Es aquí donde están las
diferencias evidentes, las opciones de la política económica. Es posible alcanzar
respuestas a los mismos problemas por caminos diferentes. Y la política económica
dominante prefiere devaluar los salarios.
3. La desigualdad. Un cuarto de siglo de política económica
En la segunda mitad de los años noventa se redujo la desigualdad en España. Crecieron
el empleo y los salarios ganaron participación en la distribución funcional de la renta. Se
ampliaron las prestaciones sociales (protección por desempleo, pensiones no
contributivas, etc.), y se extendieron y consolidaron hasta la universalización prestaciones
sociales no monetarias cuya capacidad para reducir la desigualdad –también en Españaha sido constatada por numerosos estudios. Pero con la crisis de comienzos de los
noventa, la situación cambió drásticamente. La destrucción de empleo y los recortes en
las prestaciones volvieron a hacer aumentar la desigualdad. Y la reforma laboral de 1994
produjo el primer proceso de grave debilitamiento de la negociación colectiva, y un nuevo
ascenso de la inestabilidad en el empleo. Durante los casi tres lustros (1994-2007)
posteriores de crecimiento económico, la desigualdad no se redujo en absoluto, por lo que
ese periodo de auge económico no solo no sirvió para corregir el previo crecimiento de las
desigualdades ocurrido durante la crisis sino que en realidad lo consolidó5.Resulta
enormemente llamativo que, durante prácticamente quince años, el empleo creciera en
5
Ver a este respecto Consejo Económico y Social (2013): Informe 03/2013 Distribución de la Renta en España: Desigualdad,
Cambios Estructurales y Ciclos, http://www.ces.es/documents/10180/526241/Inf0313.pdf
12