A fondo
expresa un rechazo a algo, se da por entendido que se aspira a la situación anterior. Eso es muy legítimo en muchos casos; por ejemplo, si se viola un derecho constitucional, como se está haciendo de manera continua, lo que procede es oponerse contra esa violación y afirmar el derecho en cuestión. Ahora bien, una cosa son esos postulados, ante los cuales sólo cabe la aceptación o el rechazo, y otra las soluciones políticas más contingentes. Estamos ante una gran crisis global, y ya no es posible volver hacia determinadas situaciones del pasado. El rechazo hacia una determinada política, exige defender otra, pero no cabe aspirar a un retorno global al pasado. Tampoco es suficiente proponer medidas determinadas pero concr etas y dispersas. En estos momentos, la crisis o bliga a proponer grandes alternativas, y es dentro de ellas o en relación con ellas como adquieren sentido las medidas concretas.
DE LOS DERECHOS FORMALES A LOS DE ÍNDOLE ECONÓMICA Y SOCIAL
Las grandes alternativas suelen estar influidas por hechos y teorías de importancia profunda. Tal sucede con el Liberalismo Político, que se abrió paso principalmente a través de dos grandes revoluciones: la Inglesa de 1688, y la Francesa, en 1789. Esos grandes movimientos pusieron fin a lo que suele denominarse“ Antiguo Régimen”: una monarquía estamental donde la aristocracia tenía grandes prerrogativas, y la mayor parte del pueblo carecía de derechos. Las revoluciones inglesa y francesa se sirvieron de las teorías“ contractualistas” para reorganizar la sociedad. Se entiende que ésta se funda en un gran contrato, que antes existía de manera tácita, y ahora debe hacerse expreso, bajo la forma de una constitución. La ba se de ese contrato es el reconocimiento de unos derechos que deben amparar a todos los ciudadanos del abuso, sobre todo del que utilice los propios instrumentos del Estado.
El Liberalismo Político consiste por tanto en reconocer dignidad al individuo como anterior a la organización política, lo cual se concreta en unos derechos civiles y políticos que se consideran básicos para la organización política. Ahora bien, poco tiempo después de ese reconocimiento, empieza a percibirse la necesidad de reconocer otro tipo de derechos. Tras la Revolución Francesa, surge otra muy distinta:
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