Antonio Skármeta
-He oído que te ha dado por la poesía. Dicen que le haces la competencia a Pablo Neruda.
Las carcajadas de los pescadores explotaron tan rápidas como el rubor
en su piel: se sintió atorado, atarugado, asfixiado, turbado, atrofiado,
tosco, zafio, encarnado, escarlata, carmesí, bermejo, bermellón, púrpura, húmedo, abatido, aglutinado, final. Esta vez acudieron palabras a su
mente, pero fueron: «Quiero morirme».
Mas entonces, el diputado con un gesto principesco le ordenó a su
asistente que extrajera algo del maletín de cuero. Lo que salió a brillar
bajo el sol de la caleta fue un álbum forrado en cuero azul con dos letras
en polvo dorado, cuya noble textura casi hacía palidecer el buen cuero
de la edición Losada del vate.
Un hondo cariño alcanzó hasta los ojos de Labbé al pasarle el álbum y
decirle:
-Toma, muchacho. Para que escribas tus poemas.
Lento y deliciosamente, el rubor se fue borrando de su piel como si una
fresca ola hubiera llegado a salvarlo, y la brisa lo secara, y la vida fuera,
sino bel