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la despenalización fue apelar a los médicos para que reclamen su jurisdicción sobre esta cuestión
y sacarla, así, del ámbito judicial. Ya desde mediados del siglo XIX los médicos como Nikolaus
Friedreich (1830) y Jean Étienne Dominique Esquirol (1840) habían comenzado a interesarse por
los llamados “trastornos de la identidad” que se relacionaban principalmente con la “identidad
sexual”. Varios científicos respondieron al llamado de Ulrichs y usaron su argumentación de innatismo4 tanto para defender los derechos de los “homosexuales” como para patologizarlos. Hacia
finales del siglo XIX, empezaron a formarse en Alemania asociaciones que bregaban por la despenalización de las “prácticas homosexuales” masculinas, originando durante la República de Weimar
el movimiento de reivindicación por los derechos “homosexuales” más activo del mundo. En 1897
se creó en Berlín el Comité Científico Humanitario (Wissenschaftlich-humanitäres Komitee) para
luchar contra el artículo 175 del Código Penal y por el reconocimiento social de los “homosexuales”
y lxs “transexuales”, convirtiéndose en la primera organización pública de defensa de sus derechos.
Magnus Hirschfeld, un médico co-fundador de esta institución, creó y dirigió el Instituto para la
Ciencia Sexual (Institut für Sexualwissenschaft) cuyo objetivo fue la investigación de estudios en
sexualidad y fue pionero a nivel mundial en promover congresos internacionales sobre esta materia, así como el organizador de la Liga Mundial por la Reforma Sexual que reclamaba los derechos
civiles y la aceptación social de “homosexuales” y “transexuales”. En 1910 Magnus Hirschfeld y Henry Havelock Ellis describieron un cuadro clínico que denominaron “travestismo”.
Tempranamente los médicos, psiquiatras y criminólogos argentinos, como José Ingenieros
(1877-1925), Francisco de Veyga (1866-1948), Aníbal Ponce (1898-1938) y Enrique Mouchet (18861977), se ocuparon del “travestismo” y la “inversión” y, a diferencia de sus modelos europeos, pusieron el énfasis en el medio como factor determinante, minimizando su carácter innato. Investigadorxs argentinxs actuales afirman que entre finales del siglo XIX y principios del XX se había
producido en la ciudad de Buenos Aires la aparición de una comunidad bastante extensa de personas con diferentes experiencias de las sexualidades y de los géneros, algunxs de ellxs conocían,
se apropiaban y resignificaban los debates alemanes. El “travestismo” fue muy estudiado en esa
época por médicos, psiquiatras y criminólogos; estos trabajos estuvieron muy relacionados con la
constitución del protocolo policial de identificación a través de huellas digitales que se estableció,
primero, en Argentina y se extendió, después, por el mundo. A diferencia de la fotografía que era el
método preponderante, las huellas digitales permitían establecer la identidad de la persona más
allá de su apariencia física, que siempre podía cambiarse y/o camuflarse.
Así puede apreciarse cómo las identidades “homosexual” y “travesti/transexual” nacen con los
primeros reclamos por los derechos civiles, en tensión con los discursos que las patologizaban y/o
las criminalizaban. Estas identidades se desarrollan, de esta manera, como procesos