Gastronomía y turismo – Destinos con sal y pimienta
un plan de política cultural que sirva al interés del Estado y de los ciudadanos( Bartra, 2004: 21)
La unión de la diplomacia cultural con el soft power permite que la diplomacia culinaria sea utilizada como recurso cultural bastante atractivo en los proyectos diplomáticos. Y la cocina sigue a la diplomacia desde la antigüedad. La importancia de los alimentos y de la comensalidad está intrínsecamente enraizada en el origen de la diplomacia como se puede observar en Constantinou( 1996), que relaciona a la diplomacia y la alimentación en la Antigua Grecia donde se mantenía el sentido de comunidad en la comensalidad entre ciudadanos comunes. Hecho entendible cuando se considera que Aristóteles predicaba la importancia de los platos comunes para los miembros de una sociedad que buscan crear vínculos de solidaridad.
La diplomacia culinaria ganó visibilidad a partir de la diplomacia moderna teniendo gran influencia en la tradición francesa con la implementación de un nuevo sistema diplomático propuesto por el Cardenal Richelieu, primer ministro francés de la corte de Luís XIII, mediante el cual una embajada residente era sustituida por nominaciones ad hoc( expresión latina que significa para esta finalidad y que al aplicarse a un cargo significa que una persona fue designada para ejecutar una tarea específica) temporarias. Para Berridge( 2010), esto permitió mejores negociaciones permanentes y mayor profesionalismo en la práctica de la diplomacia.
La obra“ Como Negociar con Príncipes – Los principios clásicos de la diplomacia y la negociación”, escrita en 1716 por François de Callières, emisario extraordinario del rey francés Luis XIV, presentó una serie de innovaciones para el mundo diplomático que se mantienen hasta hoy. Callières( 2001) presenta instrucciones para diplomáticos que giran en torno a las cualidades y técnicas necesarias para lograr buenas negociaciones diplomáticas, y entre otros asuntos discute la unión de la cocina con la diplomacia ya que los embajadores residirían en las ciudades a las cuales fueron enviados y llevarían tradiciones propias de la sociedad a la cual representaban, incluyendo la cocina. De acuerdo con Callières( 2001) un embajador debe promover entretenimientos frecuentes y fiestas con personas de importancia para las negociaciones diplomáticas, donde la buena mesa se presenta como la mejor manera para estar bien informado y establecer familiaridad. La buena mesa debe estar bien organizada, con alimentos sabrosos y excelentes vinos y servicio. Por lo tanto, se puede afirmar que la idea de Callières sobre la culinaria diplomática es la buena mesa y el uso de la comensalidad entre los diplomáticos como canal de información, familiaridad y amistad.
La historia presenta un buen ejemplo de la buena mesa y la comensalidad al servicio de la diplomacia, cuando el rey de los cocineros y el cocinero de los reyes, Antonin Carême, fue invitado por Charles Maurice de Talleyrand-Périgord para preparar los platos de los encuentros que marcarían la abdicación de Napoleón del trono francés en el Congreso de Viena.
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