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23 – En busca de una experiencia innovadora
En términos de bienales, el modelo imitable y exportable ha sido siempre la Bienal de Venecia, que ha tenido 52 ediciones desde 1895 y ha estado basada en la noción de los pabellones nacionales, según la cual cada país se representa a sí mismo enviando a uno o a varios de sus mejores y más brillantes artistas. La Bienal de Venecia es una especie de Juegos Olímpicos del mundo del arte, con primer premio incluido. Sin embargo, hay que puntualizar inmediatamente que casi todas las bienales que desde entonces han surgido alrededor del planeta no han seguido este modelo, y que la mayoría incluso no ha reivindicado un arte mundial, sino más bien un particularismo regional y cultural, en algunas ocasiones con algunos elementos universalistas.
También existen bienales que quieren mostrar el mundo del arte en un lugar determinado, buscando traducir lo internacional a lo local( y a los lugareños), ya sea en Berlín, Estambul o São Paulo. Como en cualquier actividad, no reciben la misma atención en el mundo por su cantidad de visitantes locales. Por ejemplo, más personas asisten a la Bienal del Mercosul en Porto Alegre que a la Documenta en Kassel, que se celebra cada 5 años( López Ibánez, 2008), pero la importancia histórica en el mundo del arte, el emplazamiento geográfico y la atención dispensada por los medios de comunicación son todos ellos factores que contribuyen a la reputación e influencia de una bienal( Wechsler, 2012).
Al respecto es interesante en este punto tener en cuenta que en este caso no está en juego la parte artística ni su vigencia. Al respecto vale la pena citar a Andrea Giunta( 2014) en el texto curatorial de ArteBa. Ella dice que la tesis de esta exposición sostiene la invalidez del esquema de centros y periferias para el estudio del arte contemporáneo. Por el contrario, propone la noción de vanguardias simultáneas para analizar obras que se insertan en la lógica global del arte, pero que activan situaciones específicas. Queremos interrogar el arte contemporáneo desde América Latina. Pero no como un análisis de lo típico o de lo singular entendido a partir de contextos estereotipados o, menos aún, desde perspectivas esencialistas, sino de lo latinoamericano inmerso, al mismo tiempo, en el paisaje global y en situaciones concretas. Una contemporaneidad que se produce en América Latina, como en todas partes, señalada por las tensiones de momentos específicos. Obras situadas: tanto por aquello que articulan como por lo que producen.
Una bienal que logra su cometido se labra su propia identidad, su sello de marca, así como un público determinado y un área de alcance, tanto a nivel nacional como internacional. Y con el reciente crecimiento en el número de nuevas bienales, especialmente en el Sudeste Asiático, el entorno de la lucha por obtener la atención internacional se está tornando cada vez más competitivo, algo que afecta tanto a los centros reconocidos como a las periferias.
El branding o construcción de marca de una bienal es bidireccional. Por un lado, la ciudad como atracción proporciona un entorno a la bienal y le otorga un valor añadido y por otro, el
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