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Gastronomía y turismo – Destinos con sal y pimienta
Sin embargo, hace cuatro décadas atrás esta dimensión era muy poco explorada por la academia y poco reconocida socialmente.
Fue a partir de la convención para la“ Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial” realizada en 2003, que la gastronomía pasó a ser estudiada y valorizada por su dimensión cultural. La Unesco( 2003: 5) definió ese legado como“ todas las prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, elementos y lugares culturales que se relacionan con ellos – que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos, reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural”.
El patrimonio gastronómico se crea con la producción, tratamiento, almacenamiento, transporte, procesamiento y preparación de los alimentos, conducido por una serie de elecciones alimentarias, costumbres, hábitos y tradiciones que superan la combinación física de los alimentos en el plato( Scarpato, 2002). Es por eso que la gastronomía se convierte en un elemento de fuerte identificación, representación y diferenciación cultural.
Según Poulain( 2008: 46)“ el sentimiento de pertenencia o diferencia social se construye en base a las prácticas alimentarias, vitalmente esenciales y cotidianas. Gracias a la cocina se aprenden las costumbres sociales más fundamentales y los modos en la mesa, y cada sociedad transmite y permite la interiorización de sus valores”. El plato está materializado pero su proceso de preparación y su significado para cada comunidad son aspectos que no se ven, y sin embargo le atribuyen un carácter distintivo e intangible( Schlüter, 2006).
Partiendo de elementos similares culturas distintas pueden preparar su alimentación de diversas formas. Esa variedad en la preparación de los platos está condicionada por los valores culturales y los códigos sociales a partir de los cuales se desarrollan las personas. A pesar de que la alimentación es un acto individual, al elegir los alimentos intervienen una serie de condicionamientos que hacen que todo lo que es comestible no sea consumido necesariamente en todas las sociedades( Schlüter, 2003: 16). Por eso Fischler( 1995) afirma que si los hombres no consumen todo lo que biológicamente se puede ingerir es porque no todo es culturalmente comestible( Coelho, 2009: 19)
En ese sentido es que las prácticas culturales relacionadas con el sistema alimentario resultan un vehículo de auto-representación y de intercambio cultural que se materializa a través de lo que la comunidad define como su patrimonio gastronómico( Montanari, 2008).
La gastronomía como elemento identificador o revelador de los pueblos, como patrimonio inmaterial, ha ganado interés turístico especialmente por atender los deseos de una nueva demanda que se formó a fines del siglo XX y manifiesta un gran interés por profundizar su conocimiento acerca de la cultura local, así como estar cada vez más próxima e involucrada en
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