7- ¿ Finalmente, qué es um museo de comida?
Estas nuevas demandas sociales sirvieron para el diseño del concepto contemporáneo de museo, definido por el Consejo Internacional de Museos( ICOM) como una institución permanente“[...] sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público que adquiere, conserva, estudia, expone y transmite el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y de su medio ambiente con fines de educación y deleite”( Desvallés & Mairesse, 2010: 52).
A partir de la década de 1960, especialmente en Europa, con los movimientos contestatarios y de reivindicación de la democratización de la cultura, los museos iniciaron movimientos en dirección a una actuación más incisiva en las escuelas, las comunidades del entorno y las poblaciones carenciadas y rurales, llegando inclusive a nuevos formatos como el‘ museo-bus’ o‘ museo tren’. La intención era romper el muro de aislamiento entre los museos y la sociedad y hacerlos más participativos e interactivos para la población que los sustentaba( Vasconcellos, 2006: 24).
Este proceso de reconfiguración quedó caracterizado, a partir de la década de 1970, como una‘ nueva museología’, un movimiento que defendió no sólo la renovación de la concepción de los museos, sino también un nuevo debate de las prácticas desarrolladas en ellos. La Declaración de Quebec de 1984 establece los parámetros generales de este movimiento: la museología debe procurar, en el mundo contemporáneo que intenta integrar todos los medios de desarrollo, extender sus atribuciones y funciones tradicionales de identificación, conservación y educación, a prácticas que vayan más allá de estos objetivos, para una mejor inserción de sus acciones ligadas al medio humano y físico. Para alcanzar este objetivo e integrar a las poblaciones en su accionar, la museología utiliza cada vez más la interdisciplinariedad de métodos contemporáneos de comunicación comunes al conjunto de la acción cultural y de los medios de gestión moderna que integran a sus usuarios. Así, al mismo tiempo que preserva los frutos materiales de las civilizaciones pasadas y que protege a aquellos que testimonian las aspiraciones y la tecnología actual, la nueva museología se interesa en primer lugar por el desarrollo de las poblaciones, reflejando los principios motores de su evolución al mismo tiempo que las asocia a los proyectos futuros( Primo, 1999).
Como resultado, Vasconcellos( 2006) observa que en el siglo XX el gran desafío para los museos es el de hacer cada vez más accesibles sus colecciones y sus propuestas para los visitantes de cualquier lugar de origen, franja etaria y segmento social. Así, se incorporaron nuevas técnicas museográficas, incluyendo el uso de nuevas tecnologías, para crear nuevas formas de exposición y transmisión de contenidos. En este contexto, como observa Barretto( 2007), se abrió un espacio para nuevas concepciones artísticas, que atraviesan el espectáculo y lo lúdico y disuelven las fronteras entre lo erudito y lo popular; un movimiento propio de la posmodernidad. Se puede decir que se sustituye el énfasis atribuido al objeto y a las colecciones por“ exposiciones basadas en ideas, historias y narrativas”, fundamentadas en el
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