Así, tras unirse a La Armada, Víctor fue enviado a cumplir el servicio en Cartagena y, alrededor de 1952 fue parte de los militares elegidos para conformar las últimas unidades del Batallón Colombia destinado a servir en la Guerra de Corea, en la cual Colombia fue el único país de América Latina que respondió al llamado de la ONU para apoyar a Corea del Sur luego de la invasión por parte de Corea del Norte de junio de 1950 (Wallace, 2013), por lo que Víctor estuvo allí por mas o menos un año, regresando a Colombia a finales de 1953. Tal como afirma Melo (1987): “Con la década de los cincuenta se consolidó otra fase de la historia económica de Colombia que tuvo como preámbulo el simbólico hecho de vestir soldados para la guerra y el sorpresivo epílogo de recibirlos triunfadores (…)”.