Romeo César – Antígona y el retorno de la Esfinge
o atravesar el horrible y peligroso monstruo hembra, el ser teratológico nacido de la mujer-serpiente, la inmortal Equidna. En la aventura de Edipo falta ese encuentro mortal.
Debiéramos admitir, sin vergüenzas de teoría, que la Esfinge, como su madre Equidna, madre también de tantos otros monstruos, como la Quimera y el monstruo de la Cólquide, han quedado sin interpretar en el psicoanálisis freudiano. Son para él lo no pensado, un enigma no resuelto. Y lo curioso es que este mitologema del encuentro y de la lucha del héroe con el monstruo hembra y el consiguiente“ monstruicidio”, está en el primer plano de casi todas las culturas.
En este caso, la gran prueba iniciática, en la que el postulante arriesga la vida para salir de la infancia y convertirse en un“ hombre” tiene lugar en lugares apartados, con frecuencia en profundidades oscuras y cavernosas. La victoria contra el monstruo es una hazaña típica de innumerables héroes de la mitología. Aquí tiene el sentido de un matricidio, para cortar los lazos con el cariño“ reptil” de la madre oscura, envolvente, que fascina y atrapa pero, opresiva y devoradora, asfixia. La victoria da el acceso, en nupcias legítimas, a lo femenino no maternal.
La Esfinge Ex profeso, he presentado“ enigmáticamente” a la Esfinge. Es ahora el momento de hablar de esta figura mítica, ubicada en el centro de la vida de Edipo, en el centro del encono de Antígona, y en el centro de la cita de Lacan con la que inicié esta charla. Seguiré basándome en Goux.
La Esfinge tenía cuerpo alado de leona( o perra), y cabeza de mujer. Cumplía funciones en ritos de pasaje de iniciación a la edad viril adulta, en rituales funerarios( psicopompo), y eventualmente en ceremonias de investidura real. Era una típica
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