Antropología Cultural y Social Antropología_Cultural_y_Social | Page 94
III.
Veamos brevemente ahora algunos aspectos de la compleja e
interesante cuestión de otra de las importantes “ficciones sociales”
modernas: la construcción de la imagen de infancia, y el lugar que
ésta ocupa en nuestra cultura, así como algunas consideraciones
sobre la socialización de lxs niñxs.
Se ha encontrado que
[…] el desarrollo social humano depende de un modo fundamental
de la formación temprana de vínculos estables con otras personas.
Éste es un aspecto clave de la socialización para la mayoría de la
gente en cualquier cultura, aunque su naturaleza concreta y sus
consecuencias varían de una cultura a otra
como afirma Anthony Giddens (*24) . Si bien esto es ciertamente
indudable, la construcción de infancia como lugar privilegiado en
nuestras sociedades no se deriva necesariamente de la premisa de
que la socialización requiere, como se sostiene correctamente en la
cita anterior, de “la formación temprana de vínculos estables con
otras personas”. Es decir, esta necesidad de una formación de
vínculos no quiere decir que para establecerlos se necesite entonces
de un estadio diferenciado y concreto de la vida, con ciertas
características especiales (que además impliquen un particular
arreglo de condiciones del tipo de las que manifiesta nuestra
construcción específica de infancia), tan sólo el establecimiento de
esos vínculos estables a edad temprana. Por otro lado, y muy
significativamente, el hecho de que el desarrollo humano requiera
vínculos estables con otras personas no significa que estas personas
deban ser la madre biológica o, para el caso, el padre. Muy por el
contrario, como concluyentemente demuestran los arreglos culturales
familiares diferentes al que damos por dado y naturalizado en
probablemente la mayor parte de la cultura occidental. Ya lo
argumenta Eunice Durham cuando, en “La transformación del modelo
familiar” (*25) , analiza la elaboración cultural del fenómeno de la
reproducción biológica y las transformaciones de los modelos clásicos
de la familia en nuestras sociedades (que, sostiene, “resultaron de la
pérdida de sus antiguas funciones de unidad de producción”). Allí, la
autora revé algunas de las que ella denomina “soluciones radicales”