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han sostenido nuestros sistemas de creencia religiosos (Harari nos
recuerda que “millones de personas construyen juntas una catedral o
una mezquita, o hacen una cruzada o una yihad, porque creen en las
mismas historias sobre dios, el cielo y el infierno”); el ámbito de lo
legal y lo jurídico (“Los derechos humanos, como las ideas de Dios o
el paraíso, son historias que hemos ideado”, nos dice); nuestros
complejos sistemas políticos (“¿Qué son los Estados y las Naciones?”,
se pregunta Harari, y responde: “No son una realidad objetiva […].
Son tan sólo un cuento que hemos concebido, y al que nos hemos
aferrado con fuerza”); incluso nuestras economías (“El dinero es de
hecho la ficción más exitosa que haya creado jamás el ser humano,
ya que es la única historia que todo el mundo cree”). Estos son todos
modos de representar no ya una mera realidad objetiva, sino de
recrear una realidad imaginaria.
Lo cual es otro modo de decir que tenemos la capacidad de
elaborar complejos sistemas simbólicos. Harari concluye diciendo:
We humans control the world because we live in a dual reality. All
other animals live in an objective reality. Their reality consists of
objective entities, like rivers and trees and lions and elephants. We
humans, we also live in an objective reality. In our world, too, there
are rivers and trees and lions and elephants. But over the centuries,
we have constructed on top of this objective reality a second layer of
fictional reality, a reality made of fictional entities, like nations, like
gods, like money, like corporations. And what is amazing is that as
history unfolded, this fictional reality became more and more
powerful so that today, the most powerful forces in the world are
these fictional entities. Today, the very survival of rivers and trees
and lions and elephants depends on the decisions and wishes of
fictional entities, like the United States, like Google, like the World
Bank —entities that exist only in our own imagination. (*15)
Entonces, mientras que otros animales usan sus sistemas de
comunicación para describir la realidad objetiva, nosotros los
humanos —además de vivir en esta realidad objetiva— podemos
representar una realidad ficcional desde nuestro lenguaje, creando así
“una realidad”, como nos recuerda Harari, “basada en entidades
imaginarias, como países, dioses, dinero, corporaciones”. Y estas
“entidades ficcionales” son hoy las fuerzas más poderosas de nuestro
mundo.