Antropología Cultural y Social Antropología_Cultural_y_Social | Page 70

dispuesta a cuestionar rápidamente, ni mucho menos refutar reemplazándolos por verdades más sólidas y comprensiones más acabadas de lo que en definitiva son fenómenos sociales y conductuales extremadamente complejos. En efecto, incluso cuando la misma comunidad científica en seguida pueda llegar a pronunciarse en contra de estos argumentos reduccionistas, la opinión pública desoye la voz de la razón científica seria. Como cuando las conclusiones y supuestos “hallazgos” reportados en los periódicos o en las revistas de divulgación comentan sobre aspectos de los descubrimientos que son tergiversados, o directamente inexistentes en las fuentes; o como cuando se llegan a ofrecer interpretaciones derivadas del descubrimiento científico en sí, interpretaciones que son presentadas como legítimas y autorizadas aun sin serlo. “Nada de esto estaba en el artículo original”, escribe sobre este tema Catherine Vidal en el artículo de Le Monde que reproduce en nuestro país el Diario Clarín (*7) , pero ya la idea está instalada en el sentido común imperante. A menudo, incluso, muchos de estos “descubrimientos” recurren a una sutil estrategia de argumentación: en primer lugar, las divulgaciones del experimento antropormorfizan un animal cuyo comportamiento es estudiado (como el caso del ratón que demostraría la tendencia, o bien a la fidelidad y la “monogamia”, o bien a la promiscuidad y la falta de paternalismo/maternalismo), para prontamente sacar conclusiones basadas en un análisis de su genoma o fragmentos de él (siempre en estos casos, habría un gen en particular que se sindica como el responsable del comportamiento estudiado); luego, esas “conclusiones científicas” son extrapoladas al caso humano, con la conclusión inevitable de que ciertos comportamientos considerados “desviados” o no deseables (*8) podrían entonces ser plausibl es de modificación genética. De este modo, espurio e ilegítimo como es, este supuesto descubrimiento se rodea no obstante de un halo de cientificismo que parece validarlo automáticamente a los ojos del público general. El daño ya está hecho. II.